El
Reinado
Del
Iguànchi.
Prólogo.
“Creen en
muchas supersticiones. Creen que todo mal y toda enfermedad y aun la misma
muerte, vienen causados por el mal querer de los enemigos, y, más propiamente,
por brujerías”.
Hoy
a inicios del siglo XXI, casi al término de la primera década, el pueblo shuar,
salvo pocas excepciones, aún se aferra a esta atávica idea.
La
superstición de esta etnia es una de las causas ordinarias de sus problemas y
disensiones y uno de sus grandes obstáculos para alcanzar el desarrollo de un
pueblo que desea ser reconocido como una nación, en el concierto pluricultural del Ecuador.
De
la superstición de este pueblo se han sabido aprovechar sus propios congéneres,
conocidos como curanderos brujos o ivishin,
que solo estiman la fuerza y desprecian la bondad; no adoran a Dios, y no ven
la necesidad de hacerlo, estos acuden al iguànchi
(el diablo), se aconsejan con él y le obedecen; por que ven su poder
ofensivo y quieren que no les resulte dañino, de aquí se derivan todas las
supersticiones de que esta llena su vida y la ciega confianza que en ellos
ponen los ingenuos shuar y no pocos mestizos; pensando en la amistad que estos
tienen con el iguànchi, y que como interlocutores pueden obtener en su favor un
daño a un enemigo o la curación causada por el daño que han recibido de otro
brujo.
Cuando
en honor a la verdad solo son charlatanes, que miran la oportunidad de hacer
dinero con sus mentiras y a costa de gente ignorantes, sin darse cuenta que sus
embustes ocasionan grandes crímenes y latrocinios.
Este ensayo pretende profundizar
este problema atávico de una nación que debe enfrentarse al nuevo siglo, pero
que para hacerlo debe despojarse de prácticas oscurantistas que solo llevara a
esta nación a su desintegración y desaparición como pueblo.
I.
El iwishin*
En
medio de la espesura de la selva; negra y vieja se levanta la choza del viejo
Utitiaj, brujo de la comarca a orillas del Unda Canuza( río grande); la nándu (luna)
crecida proyecta sus rayos que apenas penetran en medio de los árboles que
circundan la casa, las sombras que estos producen la hacen más tétrica y
misteriosa.
Utitiaj,
el más viejo de la casa, aún conserva la tradición de sus padres, y a eso de
las cuatro de la mañana, levanta a todos los que habitan con el la vetusta casa
para darles la consabida arenga que recuerda sus pasadas glorias y los deberes
de los hijos con sus padres.
“Todos
los días antes de nada ustedes deben buscar en sus palabras la luz de su
vida; luego busquen la luz del sol. Siempre así dije, siempre así diré hasta
tener voz; cuando mi voz se apague, la de mi hijo mayor repetirá a sus hijos y nietos, y estos a sus hijos y
nietos, hasta la última generación.
Los antepasados de
ustedes así lo hicieron y así lo
dijeron, y así se hará siempre. Así es”.
Utitiaj
recordaba que hace mucho su padre les había dicho recordado lo que le dijo su padre y el padre de su
padre; y, que hoy él les decía a todos reunidos a su alrededor muy de mañana
como todo nuevo día respondían
¡maágketa¡ (así sea). Su abuelo siguiendo
esta misma costumbre shuar solía decir y lo repetía su padre y ahora él:
_
“Antes de que yo existiera, los
shuar ya existían ellos salieron de la madre laguna
(refiriéndose al mar) todos los
presentes exclamaban
¡ nikatsán ¡ ( es cierto ) .
_mi abuelo todavía no existía y ya existían
los shuar.-
-
ji ji exclamaban.
_
No existían los padres y los abuelos de
nuestros padres; y, los shuar ya eran dueños del monte, de la llanura, de los
ríos y de la selva, hasta el ti unta
canussa somos los señores de todo”
_
¡Maagke! (Bien) contestaban al unísono.
_
Los shuar del otro lado del río, son
todos nuestros parientes y amigos.
_
¡Maagke! ¡Maagke! respondían.
_
“Nadie nos hizo nunca bajar la cabeza”.
_Tsa,
Tsa (no, no,) decían.
-
“Llegaron unos indios prepotentes de los
montes de donde nacen los grandes ríos – quisieron someternos a sus leyes, y nosotros nos
fortificamos en los bosques”.
_Ji,
ji tii tii decían los presentes.
_“Llegaron de la
inmensidad del agua los apache de caras blancas
como la yuca y peludos como los
osos”.- ¿y bien? - hicieron muchas cosas – querían someternos.
-
Los
shuar destruyeron todas sus casas, mataron a los apache, muchos muchos,
innumerables, no se puede contar con los dedos de la mano y pies de todos los
shuar juntos. Sus mujeres incluso las
del Yusa (Dios) se convirtieron en nuestras mujeres, Logroño, Zamora, Sevilla
de Oro, cayeron bajo nuestras armas. Ahora en su lugar no encuentran ustedes
más que la obscura selva, donde los shuar pisan con su pie triunfante la
antigua soberbia de los apachi. – es cierto es
cierto gritaban.
-
Y
nosotros hemos quedado dueños y libres de plantar yuca, lo mismo el plátano- bien, bien.
_
“Desde entonces la chonta ha madurado
diez veces por tres veces (300 años).
- “Muchas veces
los apachi nos han querido oprimir, y siempre los hemos rechazado”.
Su
viejo abuelo recuerda Utitiaj, como luego lo hacía su padre y él mismo, recordaba
a su clan de sus enemigos y la obligación de sus hijos de vengar con la muerte,
a uno por que hace tres años lo insultaron, al brujo por que hizo morir a su abuelo,
a aquellos por la muerte de su padre, a otro por que se robo una hermanita de
su padre cuando aún era pequeña – la robó-
decía, si él no muere, morirá el padre de
ustedes.- debe morir decían.
En
este punto llegaban las mujeres llevando primero a Utitiaj una infusión tibia
de guayusa.
Utitiaj
luego de beber wais en su pinink terminaba su discurso así:
“Yo tengo
hijos para que me venguen; es el más sagrado de sus deberes.
-Bendito el
hijo que venga a su padre. Su casa siempre estará llena de yuca, chonta y
deliciosos plátanos, su campo será fértil, en su casa beberá la chicha, sus
cerdos se multiplicarán, sus perros cazarán osos, monos, jabalís y toda clase
de presas, sus redes se llenarán de peses;…, incluso los espíritus de la
selva tendrán respeto y no irán a ahogar
a sus hijos en sus playas ni en el seno de sus mujeres; su familia será
numerosa; los hijos serán valientes como su padre,
e incluso
si el iguanchi o algún brujo
lo mata, el vivirá con las comidas
que sus hijos pondrán al lado de su cadáver y se defenderá con el arma que le pondrán en la mano”.
A
estas palabras todos contestaban “así sea “.
-Maldito el hijo
cobarde – decía Utitiaj, como lo decía su padre.
--Maldito el hijo
cobarde que no venga a su padre y deja
sus cenizas humilladas y confundidas en el polvo; ojala no tenga hijos que lo
defiendan; sea víctima de sus enemigos, y su cadáver sea abandonado sin comida
y sin arma que no pueda vivir después de la muerte; sus cenizas sean llevadas
en continua tempestad por el viento en las regiones oscuras del olvido; o
pisadas por el inmundo pie de sus enemigos; su cabeza sea trofeo del que lo
mate, y en su cráneo beban la chicha
.- “Así sea, así sea”, respondían los presentes .
Utitiaj
recordaba que el vengó ya muchos ultrajes sufridos por su padre y, a él tocaba
aún vengar uno suyo, pensaba que debía darse prisa y hacerlo antes de que la
vejez lo impida.
Terminada
la arenga, todos los de la casa se volvieron a sus camas a seguir durmiendo
Los
yaná (perros) ladran con furia al escuchar que alguien en esa inusitada hora
trata de acercarse a la choza.
Utitiaj
que apenas conciliaba el sueño se sobresalta, retira sus pies del calor de su
fogata, se levanta e instintivamente toma su escopeta, con la culata golpea a
uno de sus hijos que duerme contiguo, y haciéndole una seña con su dedo junto a
su boca, le hace comprender que alguien está afuera; y, tal vez con mala
intención, pues siempre ha temido por su vida; y, de un asalto de sus enemigos
que no son pocos.
Un
grito poderoso lo encrespa los pocos pelos que aún desordenados tiene en su
cabeza. Atento escucha a quién se identifica como Júa, que desesperado busca su
ayuda. Trae enfermo en sus brazos a su hijo Ramú; y, tras él a su mujer que
también grita pidiendo ayuda.
Utitiaj apenas escucha los gritos
afuera, por los ladridos de los perros que no callan sino a un grito de este
que los pone mudos. Llama a su mujer y a sus hijos que ya escucharon a Júa,
para que prendan una luz, y prepararse a recibir a tan inoportunos visitantes a
los cuales ha concedido permiso de pasar a su casa.
Júa con su tierno hijo entran por la
puerta destinada a los hombres, en tanto su mujer ingresa a la casa por la
puerta de mujeres.
La luna
esta por ocultarse y dar paso al amanecer.
El
candil de zapatar muestra la cara de
Júa, sudoroso, lívido y extenuado por la carrera emprendida en busca del brujo
para que ayude a su hijo, ha caminado desde el mediodía anterior por la
intrincada y difícil selva, no ha probado en el camino un solo bocado, ni se ha
detenido por beber un sorbo de agua.
Su
hijo Ramú delirando en fiebre se ha aferrado a los brazos de su padre que en su
desesperación no lo ha soltado en ningún momento; ahora frente a Utitiaj le
ruega que lo cure del mal desconocido que de pronto se ha apoderado de su
cuerpo.
El
dueño de la casa toma asiento en su kután
y manda sentarse a Júa en tanto ordena acostar al niño en su peak
(cama); y se da inicio a la conversación.
-
Yáitiam? - quién eres, le dijo.
-
Tuyam
winiam? - de donde vienes.
-
Ame
náaram yait? - tu
nombre cual es.
-
Ame
jeemsha, tuimpiait? - tu casa también donde está.
-
Urukámtai winiam? - por que
vienes.
-
Mesét áwak? - guerra
hay?
-
Atsa atsaniai - no, no hay dijo
Juá.
-
Ame
pénker áitme?
- tú, bueno eres.
-
Wi pénker áitjai - Yo bueno soy.
-De Tiink viniendo - no durmiendo, mi hijo
muriendo, Tu curando.
-Juá llamando.
-Yo pagando, puercos teniendo, gallinas
teniendo, todo dando.
-Voz hijo curando.
-Solo tres años teniendo.
-Primer hijo siendo.
-Ramú llamando.
El
viejo Utitiaj, miró de soslayo al niño, lo vio grave; pero un brujo como él no
podía darse el lujo de manifestarlo, sino de comenzar la curación pase lo que pase; ya se inventaría un cuento
en caso de que el niño muera, ya convencería a sus padres de la causa de la
enfermedad.
-Wais (guayusa) trayendo, ordeno a su mujer.
En
una pinink trajo su mujer guayusa para
el viejo; luego de que su marido la tomo en abundancia, dio a los recién
llegados.
Utitiaj,
como era su costumbre, luego de beber la guayusa tibia, se retiro fuera de la
casa a vaciar su estómago vomitando todo lo que su estómago no había digerido
de la comida del día anterior.
Libre
ya su estómago, ingresó a la casa donde le esperaba la diaria y consabida
chicha que no la bebió, pues pensó que ese día debía ayunar antes de tomar Yaji
en su soñadero.
-Voz curando, voz
apurando.
- mi hijo grave
estando.
Dijo Júa al
viejo viendo que se tardaba en iniciar la curación.
El
brujo tomó al niño y lo coloco en el suelo donde su mujer había colocado ya
algunas hojas de plátano, estiraron al niño que permanecía inconsciente pero
ardiendo en fiebre; de vez en cuando se quejaba lastimeramente sin hacerse
entender.
-El
etza (sol) ya saliendo, -
-ivishin solo noche curando, noche
esperando,
-yaji tomando,
-
Ramú ya guantu tomando, noche
esperando.
Las
prácticas que el viejo curandero realizaba, lo hacía solo durante las noches,
en tanto preparaba para dar de beber al niño el guantu y otras hierbas que
conocía. Viendo los síntomas de Ramú, desconocía la enfermedad de que podía
estar afectado.
Júa, pudo llevar a su pequeño hijo a
la casa de misionero, pero más pudo su atávico deseo de que sea el curandero
quién salve a su hijo; el presumía que a más de que el curandero lo sanaría,
este lo avisara quién hizo el daño a su hijo, púes no concebía que su hijo enfermara de pronto sino por el
mal que algún enemigo suyo lo habría puesto; y, esto es lo que el deseaba
también saber.
II
En el Soñadero.
Viendo
el caso desesperado, el iwishin tenia a sus sueños una fe ciega y
extraordinaria; sueño no como los que tiene naturalmente por la noche mientras
duerme, sino unos sueños o visiones artificiales, provocados mediante la bebida
del narcotizante yaji ; y, en ellos
Utitiaj quiere ver el daño y al culpable del daño al niño; por ello dispuso
y en tanto transcurriría el día tomar el yaji
en su conocido soñadero (ayamtai), y
esto lo debía hacer ayunando ese mismo día; llamó a uno de sus yernos, y
despojándose de todo adorno de su cuerpo, se dirigió a una cascada cercana a su
soñadero, se baño, preparó el narcótico, lo bebió y se metió en el ayamtai, en tato su yerno lo cuidaba
para que no salga a deambular narcotizado.
El narcótico que el brujo bebió, no
le privaba de la razón, y mientras duraba su acción veía cosas maravillosas,
como paisajes, pueblos, animales fantásticos, personas etc. Llamaba e invocaba
a gritos al iguànchi, para que venga en su ayuda, este se le presentaba con
cuerpo de animal y cara de hombre, rojo de color y con cuernos dorados, que se
ponía a conversar con el viejo ivishin.
Utitiaj se daba mucha importancia en
su comunidad y fuera de ella; ya que lo consideraban como un curandero famoso;
un shaman y adivino que aprendió el
arte de su padre y su abuelo que le enseñaron las ceremonias cantos y embustes,
brujos mayores y bien prácticos en su profesión, aunque murieron cruelmente
asesinados, su abuelo por otro brujo enemigo que valiéndose de embustes logro
que creyeran que el fue la causa del daño hecho a otra persona y por ello, los
parientes del difunto lo cazaron y con la cabeza hicieron una tzantza y festejaron la venganza.
Su padre
había muerto así mismo por los parientes de un enfermo que no quiso curar y por
ello sospecharon estos que él mismo debió ser quién le hizo el mal y lo dejo
morir. Estas muertes de su abuelo y padre Utitiaj ya se había vengado
cruelmente.
Con
todo Utitiaj mismo se consideraba como el sacerdote, el nigromante de la
religión de los sueños que él practicaba. Cuando le traen a curar algún enfermo
acostumbra a ayunar, toma sumo de tabaco y el yaji, brebaje que solo toman los iwishin; hierbas de la floresta
cuyo jugo suele ingerir después de hacerlas hervir; y, bajo el influjo de estos
narcóticos practica sus cantos y ceremonias al derredor del enfermo, que suele
poner echado en el suelo. Todo esto lo hace únicamente por la noche.
El
viejo curandero en su soñadero, sentado tenía la mirada vitrificada, fija en el
infinito, casi no parpadeaba, de su garganta salían sonidos guturales y
babeaba; en este estado permaneció casi todo el día; de vez en cuando trataba
de incorporarse y salir del soñadero, pero su yerno lo impedía y volvía a
acomodarle en esta especie de choza de media agua cubierta de paja.
Cerca ya de ponerse el sol, Utitiaj,
se incorporó y salió del soñadero, su acompañante viendo ya que el brujo había
recuperado sus sentidos, ayudándole le tomó del brazo y ambos se dirigieron a
la casa.
Utitiaj,
debe tener como unos sesenta años pero parece de más edad, es flaco, de pequeña estatura,
muestra una calvicie que le hace ver más viejo, su poco pelo que le cae por la
nuca curiosamente es blanco, su rostro apergaminado de color cobre amarillento,
su nariz chata, su boca grande desprovista ya de dientes; así apoyado en su
yerno, baja por el sendero que únicamente del soñadero llega a su casa.
Entrada
ya la tarde, el cielo se ha nublado, con unas nubes grises que nada bueno
presagian amenazan caer de improvisto. Truenos lejanos parecen traer la
tempestad. El viejo sabe que la tempestad trae malos presagios, tal vez lleguen
sus enemigos a pelear con el; por lo que llegando a su casa lo primero que hace
es tomar su escopeta, ponerse de pie firme en actitud de defensa; y, grita como
energúmeno y manda cerrar las puertas.
Los
truenos acompañados de rayos y relámpagos son visibles ya entrada la noche,
Utitiaj cree que en aquella parte de donde viene la tempestad, otro uwishin
esta haciéndole un daño o se prepara a venir contra él para acabarlo.
Los
gritos del viejo asustan a todos, los perros callan, los niños corren
despavoridos a los brazos de su madre.
Juá
y su mujer al oír gritar al brujo se estremecen pero a la vez miran su poder y
seguridad; aunque ven que su hijo no ha reaccionado con las escena y bulla del
viejo Utitiaj, ni a los brebajes que ha tomado durante casi todo el día; su
fiebre no cede, su cuerpo arde.
III
La ceremonia.
La
noche se puso negra, la lluvia torrencial no cesaba, los rayos y truenos no estaban
muy alejados por lo que su luz y sonido aterraba ya a los que habitaban la casa
del brujo; la luna no se hacía presente, pues nubes negras la ocultaban, solo
los relámpagos y truenos se hacían sentir.
Utitiaj,
dispuso el inicio de la ceremonia de curación del niño.
Ramú
seguía inconsciente, ardía en fiebre, sudaba copiosamente; tendido en el suelo
sobre hojas de plátano, era ajeno a lo que sucedía en la casa de quién suponía
tener en sus manos la vida o la muerte.
Con
un canto que nadie entendía, el viejo uvishin dio inicio a la curación, en su
mano tenía un manojo de plantas que las agitaba con frenesí delante del niño,
el brujo llora, sopla con el aliento por todas partes, grita llamando al ihuànchi
que le muestre en donde está el mal de niño, al mismo tiempo le pregunta quién
fue la causa del maleficio o brujería, le invoca que le recuerde la visión que
tuvo en el soñadero. Utitiaj parece ya un energúmeno, suspendiendo sus cantos
acercase al niño con precipitación, y chupa el vientre del niño con todas las
fuerzas de sus pulmones como si fuese una sanguijuela. En seguida vomita y hace
ver que ha sacado del niño una lombriz negra, una araña, en fin el mal; y,
todos los presentes, le creen ciegamente.
La muerte.
Ramú
agoniza ya, los gritos del energúmeno le son muy lejanos, su respiración agitada
antes, cesa por completo, Ramú ha muerto.
Los
gritos desgarradores de la familia de Ramú no se hicieron esperar; sus abuelos
habían llegado poco antes de la tormenta y esperaban el desenlace del drama. El
brujo cubrió al niño con un paño, esto provoco un griterío ensordecedor. La madre
y la abuela junto al niño gritaban desconsoladas, palpaban al niño, ocultaban
su respiración, no aceptaban su muerte; convencidas de su fallecimiento
desataronse en gritos de venganza, Jua el padre del niño, no se movía del
rincón en que se puso casi toda la tarde, estaba conmocionado y apenas se le oía
murmurar con su ronca voz, el nombre de
su tierno hijo Ramú, Ramú… .
Juá
se incorporo violentamente y salió de la casa, afuera y como un oso herido
gritaba desesperadamente “¿Y ahora, con
quién iré a la caza de los pájaros? ¿Quién me ayudará a comerlos? ¿Quién me
ayudará a cavar mis huertos? ¿Quién me consolará? ¡Ya no vendrán nueras a mi
casa!
Por
tratarse de hijo único era mayor el dolor de la familia.
Adentro
de la casa, la madre tirándose de los cabellos gritaba presa de terrible desesperación
¿Para que sirve haber criado a mi hijo,
si luego de criado nuestro enemigo nos
arrebata?- se golpeaba la cabeza, las piernas, el vientre y alternaba sus
quejas con lastimeras y dulces palabras al hijo muerto.
Pero
nada infundía tanta lástima como la vista del pobre abuelo, un viejo
octogenario, verdadera estatua de dolor.
Sus
gritos eran raros y contados pero que estremecía oírlos.
Aferrado
a los pies del cadáver, era insensible a todo… De improvisto, comenzó a
reprender al hijo diciéndole:-
-Seca tus lágrimas por que tu llanto es
falso.
-Si, tú finges
llorar.
- Levántate y vete
a vengar la muerte de tu hijo.
-Mata a quién lo
mato.
Juá
con furia pregunto al uvishin:
-¿Quién, si no
eres Tú Utitiaj?
- ¿Quién hizo el
daño a mi hijo?
- ¿Dime quién?
- ¿Quién lo mató?
El
viejo, acostumbrado a estas escenas, tenía previsto la respuesta a esta
pregunta que de seguro le hacían; y tenía la respuesta desde antes de ir a su
soñadero.
A esta terrible pregunta contestó:
En el soñadero viendo
quién haciendo daño a tu hijo tu hijo,
-Vecino tuyo
siendo.
-Tío uvishin
teniendo.
- Ambos dañando tu
hijo, ambos matando Ramú.
¿Quién es vecino mío
que tiene un tío uvishin?
¡Solo tengo un
vecino y este tiene un tío uvishin!
Claro.- es Tiwi y
su tío Waar.
Todos
escuchaban atentos, llenándose de indignación en contra de quienes el uwishin
acusaba; juraban ya vengarse.
Las
escenas de dolorosa desesperación y rabia duro hasta la madrugada, no faltó
chica que Utitiaj ordenaba servir a los condolidos parientes del niño
Utitiaj,
vio su oportunidad de venganza y a la vez escusa por no haber sanado al hijo de
Juá.
De
esta manera se vengaba del curandero Waar, su rival que un día lo humilló. Lo
demás dejaba en manos del ya vengativo Juá y su familia.
Será
cosa de esperar un poco.
Los
parientes del niño Ramú, desconsolados dieron comienzo a la larga caminata de
regreso a casa de Juá, envolvieron al niño en una sábana, la ataron a una caña
guadua y Juá y su padre cargaron el pequeño y liviano cadáver del niño.
Largo
sería describir las escenas de dolor y desesperación que precedieron a los
funerales de Ramú.
IV.
La venganza.
Pasados
lo funerales de Ramú, su padre no se preocupo de dar aviso de la muerte de su
hijo a la autoridad, ni de registrar su muerte; total tampoco lo había inscrito
en el Registro Civil.
Su
preocupación era ahora, llevar adelante sus planes de venganza; y, para ello
debía contar con la ayuda de sus propias autoridades, de las autoridades de su
comunidad.
De la muerte de Ramú todos sabían; y, ya todos
estaban enterados de quiénes han sido culpados por esta tragedia. Solo se
esperaba la asamblea de la comunidad, para que de esta manera se oficialice la
venganza y se ejerza el castigo.
Jua
prefería que su venganza sea apoyada por la comunidad y así se evitaba una muy
personal como último recurso, aunque podía traerle consecuencias inesperadas con
la justicia mestiza.
Contó
el caso a Sandu, que ejercía ese año la autoridad de la comunidad; y, Sandu era
para coincidencia hermano menor de Tiwi; se había enterado ya de los sucesos, y
preparado para asumir su responsabilidad frente a una comunidad bastante
exigente en casos como el sucedido.
Tiwi,
escucho rumores de miembros de su comunidad, de que Juá lo acusaba por la
muerte de su hijo; y que esta acusación había nacido del uvishin Utitiaj. Sabía
que todo era falso, que el nunca hubiese atentado en contra de la vida de un
inocente niño; es más no había motivo ni para pensar en hacer daño ni a Ramú ni
a sus padres.
V
El Juicio.
Tranquilo,
con su conciencia libre de cargo, acudió a la asamblea general convocada por su
hermano; era domingo, toda la comunidad se había dado cita a la convocatoria;
la sala comunal estaba abarrotada; todos
a la vez hablaban y gritaban; solo un grito chillón de Sandu, calmo a los
asistentes y dio inicio a la asamblea.
Sin
preámbulo alguno Sandu dijo.
Tiwi ha sido
acusado de hacer el daño al hijo de Jua; por ello debe pagar.
Todos
los asistentes querían hablar a la vez, para todos Tiwi era culpable y debía
aplicarse la ley de la comunidad.
Jua
como un energúmeno se acerco a Tiwi y de frente con los puños encrespados y
casi tocándole el rostro le grito.
-asesino, mataste a mi hijo, soy capaz de
matarte en este momento.
Tiwi
trato de hablar y explicar su total inocencia, pero no pudo, todos gritaban,
todos le acusaban.
La
palabra y acusación hecha por el iwishin Utitiaj era inapelable, la comunidad
lo creía a ojo cerrado. Tiwi estaba condenado.
Su
hermano Sandu, ni siquiera hizo el menor esfuerzo de defenderlo, sabía que el
caso estaba perdido; y, si él se atrevía a ayudar a su hermano, también podía
ser acusado de cómplice; más, aún guardaba rencor en contra de su hermano mayor
por rencillas anteriores; él también se complacía ya con el sufrimiento de su
hermano; y, el será el que de paso a la venganza.
Tiwi
logró salir de la asamblea, púes todos le acusaban y amenazaban de que si no se
atiene a la sanción de la comunidad, esta no tendría otra alternativa que
quemarle vivo, como hacen decían algunos, los mestizos.
Cual
era la sanción de la asamblea.
Entregar todos sus
bienes, animales, cultivos, casa y propiedad al padre de niño muerto; y, salir
para siempre de la comunidad.
Esta
sanción ya se había aplicado con anterioridad a otro miembro de la comunidad en
un caso muy similar, que por defenderse de amenazas de muerte de su enemigo al
que lo mató en defensa propia, tuvo que entregar no solo sus posesiones sino
también las que tenía sus padres y sus hermanos.
Así
mismo él fue acusado por un brujo enemigo, de que había hecho daño a un familiar
del que tuvo que matar o ser muerto, en un encuentro solitario que tuvo en la
selva mientras se encontraban de cacería.
Esta
es la justicia nativa; y por ello Tiwi asustado ha salido a buscar la justicia
mestiza.
Tiwi,
es un hombre shuar muy pudiente, es un nativo culto, muy racional, su trabajo
lo ha puesto en un nivel económico envidiable comparado con otros miembros de
su comunidad; y, es precisamente esta envidia la que ha movido a que ninguna
persona ni parientes que casi son todos los de la comunidad le apoyen.
Jua
y sus parientes saben de antemano que lucrarán el trabajo de Tiwi; y que
pasarán a ser propietarios de su tierra y bienes; y, que esto les dará un nuevo
estatus social.
Tiwi
ha contado su drama a un abogado, este en primera instancia le ha manifestado
que trate de buscar apoyo en los lideres y autoridades de su comunidad, a los
que el ha manifestado el caso de su hermano; que este lejos de apoyarlo y hacer
justicia se complace en lo acordado por la asamblea y en la justicia ancestral que
ellos dicen tener.
La
autoridad superior al líder comunitario, tampoco lo ha dado oídos; esta
autoridad teme perder poder político y liderazgo, por ello esta dispuesto a
sacrificar aún la vida de Tiwi, que ya ha
recibido amenazas de muerte.
Su
tío Waar le acompaña en la ciudad en busca de justicia, buscan y conocen la
justicia mestiza, justicia que saben ampara a todos los ciudadanos
ecuatorianos; y, que tienen derecho a defenderse; cuanto los acusadores a
demostrar de alguna manera que ellos son culpables de la muerte del niño.
Ellos
creen en la justicia mestiza, pero su tío teme que una demanda judicial puede
detonar la venganza y desembocar en su muerte y en la de su sobrino.
El
profesional en derecho, con prudencia a oficiado a las indicadas autoridades
shuar, para que sean ellos lo que intervengan en este delicado asunto, obliguen
a las partes a presentarse ante la justicia, para que con un debido proceso, con pruebas de cargo y
descargo, sea un Tribunal el que dictamine la culpabilidad o inocencia de Tiwi
y su tío; y que no se dejen llevar por supercherías y engaños de un brujo,
curandero, iwishin o shaman como guastan llamarse; que solo frente a su
completa ignorancia y maldad ha lanzado una acusación temeraria en contra de
inocentes víctimas, solo para saciar venganzas y evitar retaliaciones en su
contra por el padre de Ramú, quién confió la curación de su hijo al brujo, que
no hizo otra cosa que precipitar su muerte, cuando en un hospital, centro o
subcentro de salud lo hubiesen podido sanar de una simple infección intestinal y
en cuestión de horas, con la medicación debida, antes que con brebajes y
practicas oscurantistas a las que sometió al niño Ramú.
VI
Conclusiones
Para
el fin que nos proponemos con este ensayo, caben unas pocas definiciones y
conclusiones:
Los
llamados iwishin, curanderos o shamanes especialmente los shuar, sin dejar a un
lado a los mestizos y quichuas, son personas que solo estiman la fuerza y
desprecian la bondad- No adoran a Dios y no ven la necesidad de hacerlo; pero
si acuden al ihuànchi (el diablo), se aconsejan con él y le obedecen, por que
ven en él su poder dañino y ofensivo.
De
ellos nacen todas las supersticiones de que esta llena la vida de los shuar y
no pocos mestizos, y la ciega confianza que ponen ellos en los brujos que son
amigos del diablo.
Veamos ahora cuales son los medios
que se usan no pocas veces, notoriamente ilícitos promovidos por Satanás, aconsejados
y aprovechados por él.
La Superstición.-
Ya
lo dijimos; se llama así a un medio que, aunque puede llevar apariencia de
religión o devoción, está reprobado por Dios, por que contiene supercherías o
engaños, o produce en la religión verdadero desprecio de la misma, descrédito,
burla o mofa.
Es verdadera superstición el
atribuir una virtud del todo infalible y segura a cualquier práctica devota
inventada por individuos particulares, no estando reconocida por la iglesia, ni
siendo una de las prácticas de los Sacramentos instituidos por Jesucristo.
Muchos
hemos visto y oído la superstición de varias personas y la ingenua creencia de
sanarse por medio de la invocación nocturna a un tal Hno. Gregorio, esto es
superstición inventada por la especulación de
descreídos que quieren sacar provecho y de hecho lo sacan, de la
sencillez e ignorancia de personas ingenuas, que lejos de buscar la salud en el
único arbitro de la vida y la muerte como es Dios, buscan en las tenebrosas
supersticiones de un ser humano que la iglesia ni siquiera le atribuye poderes
de sanación venidos de Dios.
Daños.-
Que
tanto preocupa a la imaginación de muchos ignorantes y de algunos que no lo son.
No debemos discutir directamente si los hay o
no hay estos que llaman “daños” ni
sobre la posibilidad de haberlos. Únicamente queremos que se note, que es un
verdadero juicio temerario, por lo tanto ilícito, el creer que una persona
tenga mala intención de perjudicar a otra, cuando no consta ni puede constar la
verdad de los hechos; esto lo hemos graficado en el ensayo que antecede “El Reinado del Iguànchi” narrado como
un drama o tragedia vivido por Ramu,
su padre Juá, el iwishin Utitiaj, y sobre todo la víctima Tiwi. El hecho narrado es verídico, actual,
los nombres han sido cambiados para proteger a los inocentes.
De
estas supersticiones inventadas se aprovechan los adivinos, shamanes, brujos,
curanderos, ivishin, y como se quiera llamarlos, que creen tener cierto poder
capaz de adivinar, curar o causar daño a otras personas.
Los
adivinos, hoy mezcla de shamanes, curanderos, brujos, videntes vienen a ser la
misma cosa.
Lo que son estos es cosa muy sabida por todos
el día de hoy; y, con toda seguridad puede decirse, sin temor a equivocarse y
ser desmentidos, que son unos charlatanes, que por motivo de especulación se
despachan por sabedores de lo pasado, de lo presente y de lo venidero,
curadores de todo mal de alma y del cuerpo.
Farsa
y verdadera comedia a una especie de profesión, de un modo de vivir a costa
ajena, es decir a costa de los pobres ignorantes, de algunas señoritas
supersticiosas; de madres afligidas por la enfermedad de sus hijos, de los que
buscan el último remedio, desahuciados por los médicos, acuden a estos
“remedios extremos” y falsos.
En
casos semejantes, los incautos deben acudir a los remedios humanos, a la Ley;
esto es a los que prescriben los médicos, y a lo que prescribe la Ley; y, si
estos nos son suficientes en caso de enfermedades, apelar a la bendición de la
Iglesia; y, si nada de esto resulta provechoso, que se conforme cada uno con la
Santa voluntad de Dios.
Dios es el árbitro supremo de la vida y de la muerte; por lo
tanto nadie puede creerse con derecho a poner en peligro la vida misma, ni
deteriorar la salud corporal propia o extraña, como lo hacen tantos temerarios
y viciosos.
Todos
estamos obligados a usar los remedios que son provechosos para mejorar en lo
posible la salud, y, nadie puede emplear medios ilícitos, por que entonces iría
contra la voluntad de Dios que aborrece y detesta estas prácticas, esto como un
principio cristiano; naturalmente para quienes creemos en Dios y en su Iglesia.
El
iguanchi shuar y el demonio mestizo
es el mismo, existe, pero existe un ser Supremo superior a el, que lo refrena;
y es a ese Poder de Dios al que debemos acudir en todo momento.
Y
si hablamos de ilicitud en estricto derecho, esto es en quebrantamiento a la
Ley, esta sanciona la práctica empírica de la “medicina” administrada por
shamanes, brujos, y curanderos, mediante la legislación que rige en nuestro
País.
Por
último, es muy grave el problema particular que la nación shuar está
enfrentando en pleno siglo 21, el chamanismo, shamanismo , charlatanerismos de
unos cuantos que quieren aprovecharse económicamente de su propio pueblo
ingenuo e ignorante y de no pocos “turistas”, salvando excepciones de shuar
cultos y de mestizos que no creen en estas supersticiones.
Estos
shamanes, brujos, curanderos o iwishines, están causando muchos crímenes,
enfermedades y problemas irresolutos a su propio pueblo. Si no se destierran
estas prácticas supersticiosas propias de sus ancestros y otras mal remedadas
de shamanes y brujos indígenas de la sierra también absurdos hoy en boga, la
nación shuar tiene un oscuro camino que recorrer y tal vez lo lleva a su propia desaparición.
Hoy en especial el Pueblo Shuar
requiere apartarse de estas prácticas atávicas, repudiar a los seudos shamanes
y charlatanes y mirar el futuro libre de supersticiones, esto si quieren
alcanzar sus nobles aspiraciones a constituirse legalmente como una gran nación
en el concierto de nacionalidades y pueblos del Ecuador.
Dr.
Felipe Durán Alemán.
Gualaquiza
GLOSARIO DE TÉRMINOS
Iguanchi.- Espíritu
malo (demonio) en el que creen mucho , al que tiene acceso el ivishin o shaman
para producir maleficios fatales a otras personas.
Iwishin.
O brujos, por regla general no los llaman para la curación sino tan solo para
que quiten el maleficio (daño ) que algún otro shuar o brujo pudiera haber inoculado al enfermo. O
a su vez para que haga un daño o maleficio a otra persona.
Shaman. Es
el curandero sinónimo actual de brujo iwishin, por lo general realizan sus
ceremonias por la noche, apagan todas las luces, sobre todo el fuego. El shaman
o brujo, toma el natema y después gira alrededor del enfermo, grita invoca,
canta canciones monótonas procurando según él arrojar lejos, con un manojo de
hojas, el maleficio. Luego hace succiones en la parte dolorida del enfermo y generalmente, al terminar la “función”,
extrae de su boca un pedazo de madera, hueso, una lombriz, una araña etc., y le
entrega al pariente esposa o esposo del enfermo diciéndole:”he aquí la causa
del maleficio o enfermedad”.
El
brujo o shaman, se hace pagar caro, hoy con mucho dinero, antes pretendía hasta
un puerco, aunque comúnmente se contentaba con algunas gallinas.
Son
charlatanes muy astutos y mentirosos
Yaji.- Es
una enredadera cuyas hojas contienen un veneno mortal. Nunca los brujos la usan
sola sino siempre mezclado con el natema.
Natema.-Enredadera
de la familia de las pasifloras, es un narcótico potentísimo. El tronco hervido
en agua, produce una infusión que los shuar beben en caso de enfermedad, y
también para tener encantadores sueños, y para robustecer el cuerpo. Los brujos
lo mesclan con el Yaji, para sus sueños.
guantu. o
Huando (datura sanguínea), es un arbusto de pocos metros que contiene un
terrible veneno, la daturina, los shuar lo usan contra las heridas, el mal de
cabeza, el reumatismo etc. Pero sobre todo para hacerse fuertes.
El huando quita
completamente los sentidos y durante el sueño el enfermo asiste a las visiones
más fantásticas y terroríficas; púes parece que suspende completamente la
sensación del dolor, dejando pasar tranquilamente el momento más peligroso de
la enfermedad.
Nijiamanchi.- chicha
de yuca.
Ayamtay.- Lugar
para soñar, especialmente de los brujos o shamanes, es una pequeña choza para
una sola persona que construyen de palos y ramas en el cual se meten luego
después de beber natema o esta mezclada con Yaji, para tener sus sueños y
encuentros con el iguanchi (demonio).
PEAK.- Cama shuar.
Cutan.- Asiento
o silla del jefe de familia.
*Nota:
La civilización jibaroana y la
cultura shuar de donde esta viene por ser ágrafa, es decir carecer de escritura;
desde los inicios de las investigaciones que de ella se han hecho por parte de
antropólogos, etnólogos, lingüistas etc. Se ha tratado de graficar el idioma;
de hacer de el una gramática, pero de
ello nació un sin numero de interpretaciones gramaticales que desde el
diccionario y gramática que por primera vez lo hicieron los dominicos de Macas,
los franciscanos de Zamora y los salesianos de Gualaquiza, existe muchas y
variadas reglas gramaticales y diccionarios de esta lengua que si comparamos
unas con otras y estas con los actuales; podemos encontrar muchas y marcadas
diferencias, incluso marcadas por la distancia territorial, así en Macas se
habla el jibaroano de una modo en
Gualaquiza de otro. Hoy acá se escribe de un modo allá de otro.
Por ello encontramos en todo libro
escrito sobre este pueblo, diferentes grafías del idioma shuar, y no solo grafías sino modos de
pronunciamiento. Incluso en la actualidad los mismos shuar escriben cuando lo
hacen, este su idioma de la manera que más les place.
No habiendo por lo
tanto reglas precisas y fijas para
escribir el idioma shuar; en este ensayo se ha tomado ciertas expresiones
idiomáticas de varias obras de consulta.