TERRIBLE VIAJE.
"El 28 de septiembre de 1909, en calidad de Inspector y en compañía de la Visitadora de las Hijas de María Auxiliadora, Madre Décima Rocca, salió de la ciudad de Cuenca con dirección a Gualaquiza.
Dos largas jornadas a caballo hasta el Sigsig,.Un día de descanso: El 2 de octubre, muy de mañana, alistadas las cabalgaduras, lo indispensable del equipaje, alforja con víveres,indumentaria especial propia para semejantes viajes( poncho, casco,botas zamarro) con buenos arrieros y la bendición del cielo empezaron el temible y fatigoso ascenso a la cordillera del Matanga de casi 4.000 mts de altura.
A medio día cansados y jadeantes coronaron la altura del Matanga. Los vientos del páramo les azotaba sin tregua;negros nubarrones cruzaban de un lado a otro;un frío cierzo calaba hasta los huesos: De vez en cuando una ráfaga de sol les bañaba en copioso sudor, tostandoles el rostro.
Después de la travesía que duró casi dos horas, traspusieron el lomo andino, al que siguió la espeluznante bajada del Churuco (caracol) prolongándose luego hasta el Tambo de Granadillas.
El tortuoso sendero apenas practicable, ora corría encajonado entre estrechas gargantas o bien se deslizaba por algún rústico otero para luego agazaparse como una serpiente inmensa por sobre escarpadas crestas. A veces el camino, que más se parecía a una pica desbrozada por salvajes, desaparecía por haberse despeñado una parte del monte o por la caída de un gran tronco,obligando a parar y abrirse otro paso.
Al atardecer llegaron por fin al nombrado Tambo de Granadillas, mísera choza pajiza de paredes de barro y puertas desvencijadas.
En general los tambos son una especie de tugurios colocados a grandes distancias para que el viajero pueda restaurar su agotadas fuerzas y dar reposo a los miembros destrozados por tan duro trajinar.
Tras una noche fría e insomne, nuestros misioneros prosiguen la marcha.Cruzan los ríos Blanco, Tigrepungo, Aguacate,Rosario,San José. En Loriyacu pasan otra noche al amparo tan solo de un alero de hojas por ellos improvisado, sin reparar en las asechanzas de fieras y reptiles.El bosque se hace cada vez más tupido e inhospitalario.
Al otro día se llega al Cután, el trecho más atrevido donde se enseñorea la selva, donde las asemilas se hunden en negros barrizales o quedan detenidas por una red de ocultas raíces, y donde el infeliz jinete queda asido por malezas y espinas.
Pero, ya está cerca la meta;esto es lo que más anima y satisface.
Desde el lugar llamado Portón que era como un mirador, contemplabase al frente un extenso valle cubierto de espesa vegetación tropical, cerrado a los lados por dos estribaciones medianas en la cordillera del Matanga. En lontananza , la soberbia cordillera granitiica del Cóndor.
Apareció finalmente, la Misión. Erguiase sobre una pequeña colina;era Gualaquiza. Un alegre repique de campanas, pequeños arcos de palmeras y flores silvestres, el rostro sonriente de los misioneros y misioneras, de los colonos,y de los jíbaros, dieron la más calurosa bienvenida al P. Comín y a la Madre Visitadora".
P. Antonio Guerriero SDB.
Este viaje narrado por el P. Guerriero, lo vivían a diario todos los colonos que se aventuraban a Gualaquiza en esa época.
De ello aún hay muchas historias heroicas que contar.