DR. RAFAEL KARSTEN— 1916-19
Durante
mi estadía.- dice el Dr. R. Karsten.-entre los indios del Oriente de la
república del Ecuador, en los años 1.916—1.919, he apuntado los siguientes
mitos, de los jíbaros, que viven en la región del Upano, del alto Morona y del
Pastaza central. En versiones algo diferentes, se encuentran probablemente,
entre todas las tribus de la gran raza jíbara. La mayor parte de estos mitos,
se refieren a la interesantísima civilización jíbara, la cual tratan de
explicar, y además en ellos se reflejan algo de las ideas religiosas y
supersticiones de estos indios.”
Así inicia el Dr. Karsten su investigación sobre los mitos de los
shuar.
Este
explorador, y etnólogo aprendió el idioma shuar y en este idioma transcribe los
mitos de la tzantza, de la serpiente
que causó el diluvio, del mito de Nungüi (madre de la tierra); como
los jíbaros recibieron la candela (Ní), la sal (whuí), el barro
( Nüí) para hacer ollas, el zapallo (yui), las saetas para tirar
con cerbatana; y, el origen de las estrellas (ya) .
Para
el Dr. Karsten, las selvas ecuatorianas le ofrecieron mil hechos, antes no
estudiados, ni descritos por ningún etnólogo.
Rafael
Karsten, en su obra Contributions to the Sociology of the Indian Tribes of
Ecuador.-1929. Con tres ensayos contenidos en este precioso
volumen, son modelos de exactitud, de minuciosa observación, de método seguro y
son de aquella clase de trabajos que tanta falta hace a la literatura
sudamericana, aunque desde la feliz iniciación de la etnografía moderna en
Sudamérica, por Karl von den Steinen, se vayan multiplicando rápidamente.
El primero de los ensayos “Ideas y costumbres
de los indios jíbaros y canelos del Ecuador Oriental, acerca de agricultura” es
el más largo y seguramente, el de mayor interés.
Las
ideas religiosas jíbaras, dominadas, a no dudarlo, por el concepto de una
fuerza mágica, altamente potente y espiritual, que se encarna en Iguanchi, dan
papel muy importante en todas las manifestaciones de la vida jíbara,
a la madre tierra, personificada en los mitos de Nungüi.
Según
las ideas de los jibaros, existe una
conexión íntima entre la mujer y los frutos de los campos, que ella cultiva,
así cuando un jíbaro se casa y funda un nuevo hogar y debe hacer nuevas
plantaciones, para que estas sean fructíferas, para que los animales domésticos
se multipliquen, necesita hacer una fiesta a fin de que su esposa reciba el poder
mágico que le haga ser una buena ama de casa. Esta fiesta, la más importante
para los jíbaros, después de la de la tzantza, se llama Nua Tsángu, o sea la fiesta del tabaco de la mujer.
Los jíbaros escogen a sus futuras esposas, cuando éstas son niñas
de cinco u ocho años y en cuanto llegan a la pubertad, esto es entre ocho y
diez años, celebrase la pequeña fiesta del tabaco, la que tiene un carácter
provisional, siendo seguida después de dos años por la verdadera fiesta, la que
al mismo tiempo es una ceremonia nupcial.
Durante
el intervalo entre una y otra, la muchacha está sujeta a muchos tabús
alimenticios, los cuales esta también obligado a observar su futuro esposo, por
la íntima unión que existe entre ambos. Infringir los tabús sería sumamente
peligroso y la fiesta sería inútil, de tal manera que los animales domésticos
no se multiplicarían, sino que irían en disminución, las plantas se secarían o
serían destruidas por los insectos.
El
plantar yuca debe hacerse por varias y complicadas ceremonias, en las cuales se
cantan himnos no destituidos de belleza, transcribimos uno:
“Las mujeres que somos hijas de Nungüi
Vamos a sembrar.
Ven Nungüi y ayúdanos!
No sois tú, no eres tú, nuestra madre
No somos tus hijas?
A quién pediremos auxilio?
Nosotros sólo poseemos bosques y colinas,
Tú eres la única que puedes ayudarnos
A nosotras que vamos a plantar la semilla”.
Plantada la yuca, una anciana fija en el suelo
un poste de chonta, que así como está fijado firmemente, así hará enraizar la
nueva plantación, siéntanse las mujeres alrededor de este poste y con unos
cantos tratan de despertar a Nungüi y a
su esposo Shakaëma .
La
fiesta del tabaco dura tres días
y está presidida por una anciana que hace de sacerdotisa, la Whea, y en ella la mujer debe tomar vomitivos que la purifican y narcóticos que
la comunican poder mágico, poniéndola en contacto con los espíritus; el
narcótico especial para esta ocasión es el tabaco mascado y mesclado con
saliva.
Algunas
plantas requieren para su buen crecimiento, de ciertos encantamientos y
formulas mágicas especiales.
El
segundo ensayo trata, de la caza y de la pesca. …
En
el Oriente se juntan los indios para grandes expediciones de caza, generalmente
cuando se preparan para alguna fiesta.
Antes
de salir a estas caserías los canelos practican ciertos ritos que sería
imposible describir aquí, por falta de espacio y que tienen por objeto asegurar
el buen éxito a los expedicionarios. Los que deben tener la cara pintada con
rojo y someterse a rigurosa dieta, antes de la partida.
Usan
además, estos indios de varios amuletos, ya piedras bezares, ya parte del
cuerpo de animales que más desean cazar, o ciertas plantas….
Los
jíbaros emplean iguales amuletos para ser buenos cazadores y los perros que destinan para la cacería son
educados con esmero, mediantes ciertos ritos mágicos, que llegan a dar lugar a
una verdadera fiesta y observando los dueños, tanto el hombre como la mujer,
que se ocupa de su crianza, varios tabús; el perro también debe observar durante toda su vida ciertas restricciones,
de cuyo cumplimiento cuida su ama.
Para
pescar, todas las tribus orientales conocen cinco métodos, tomar peces con la
mano nadando, con anzuelo, con arpón, con redes, con veneno, siendo este último
el más importante, para el cual emplean el barbasco (Jacquinia armillaris).
Los
buenos pescadores tienen amuletos de espinas de ciertos peces.
Termina
el libro con un artículo sobre “Costumbres del nacimiento, e ideas acerca de
nacimientos sobrenaturales, entre los indios del oriente del Ecuador”
Dos
ideas dominan las prácticas indias, en esta ocasión: primera la intima relación
y mutua influencia entre el padre, la madre y su hijo; segunda, lo delicado de
la condición de los padres, especialmente de la madre, que en estos días están
más expuestos, más que nunca, a la acción de los poderes mágicos nocivos, de
aquí la observancia de todos los tabús que el señor Karsten describe.
Los
jíbaros creía que sus hijos eran la reencarnación de sus antepasados, mas esta
idea solo lo recuerdan hoy los ancianos; creen que si la mujer concibe es por
la acción del marido y el influjo de la luna nueva; pero el papel del marido
puede desempeñarlo un muerto o un espíritu; los hijos de los espíritus son
generalmente niños monstruosos.
Las
mujeres que durante la menstruación salen solas al bosque, se exponen a ser
fecundadas por el demonio, que toma ya forma de un blanco, ya de un hermoso
indio, con la cara pintada de achiote.
El
arco iris “el cuilche”, es temido por las mujeres indias del callejón
interandino y de las selvas amazónicas por sus fechorías.
Los
gemelos, según los indios canelos, napos y zaparos, son tenidos como hijos de
diferentes padres, el marido y el espíritu; para evitar esto los recién casados
deben practicar ciertos ritos.
Los
niños que juzgan ser hijos del demonio son matados, ya por los canelos que los
entierran vivos, ya por los jíbaros que los aplastan pisándolos.
J.J. y C.
*Esta PUBLICACIÒN data de 1920.