Como
los jíbaros recibieron la candela. (ni).
Este mito, en el idioma de los jíbaros, se me
ha contado del modo siguiente.
Younchu unta ni atsumasa whétta
Antiguamente
cuando no había candela, los antiguos shuara,
calentaban la comida bajo los brazos y así la comían. Tacquea fue el único
que tenía candela. La mujer de Tacquea fue a la chacra, y cuando regresó de
allí, vio un quinde. Lo llevó en seguida, lo amansó y lo puso a la candela,
para secarse. Habiéndose secado, sacudió las alas y llevó la candela, que había
prendido con el rabo. Después la dejo prendida en un palo. Una mujer viniendo
de la chacra, vio la candela y la llevó. Prendan la candela, dijo, ahora he
encontrado candela. Pongan la olla y cocinen la comida, para comer bien.
Con
más detalle, otro jíbaro me ha contado este mito, del modo siguiente:
Antiguamente,
los jíbaros, no conocían el uso de la candela, entonces, para comer, calentaban
la carne, tendiéndola bajo los brazos, y la yuca la hacían madurar, poniéndola
debajo de la quijada. Los huevos cocinaban, calentándolos en el sol.
El
único que tenía candela, era un jíbaro que se llamaba Tacquea. El había sabido
hacer la candela, frotando dos palitos, el uno contra el otro. Más, el Tacquea
era adverso a los otros jíbaros y no quería darles de la candela, ni enseñarles
como lo hacía. Muchos jíbaros (que antiguamente eran como gente) vinieron
volando y trataban de robar la candela de la casa de Tacquea, pero no podían.
El Tacquea tenía la puerta de su casa un poco abierta, y cuando los pájaros
venían los mataba, aplastándolos entre la puerta y el poste y se los comía.
Al
fin el quinde (colibrí), huimbui, dijo a los demás: “Yo voy a robar la
candela de la casa de Tacquea”. El huimbui se mojó las alas y se puso en
el medio del camino, pretendiendo no poder volar y temblando como de frío. La
mujer de Tacquea, regresando de la chacra, vio al quinde mojado y se lo llevo a
la casa, para que se seque al lado de la candela y para amansarlo. Después de
un rato, el quinde habiéndose secado un poco, sacudió las alas y trató de levantarse para volar, pero no
podía.
La mujer de Tacquea, lo cogió otra
vez y lo puso a la candela. Ya estaba seco el quinde. Como no podía llevar una
braza entera, llevó la candela con su rabo largo, haciendo prender las plumas,
y salió de la casa. Voló a un palo alto de cáscara bien seca, que los jíbaros
llaman makúna.
En la cáscara prendió la candela y el
quinde llevó un poco de estas cáscaras a una casa. “Aquí tienen candela
gritó a los demás, prendan de aquí pronto, lleven de aquí todos, ya han de
cocinar bien, ya no han de hacer madurar la comida bajo los brazos”.
Cuando
Tacquea vio que el quinde se había huido con la candela, se enojó y reprendió a
la gente de su familia: “¿Por qué han dejado entrar aquí a este pájaro, para
robar nuestra candela? Ahora ha de tener candela todo el mundo. Vosotros sois
responsables de este robo".
Desde
este tiempo los jíbaros han tenido candela. También habían aprendido el arte de
hacer la candela de nuevo, fregando dos piezas de palo de algodón (urúchi
númi), uno contra otro. (*).
*Según
la tradición de los jíbaros viejos, así producían fuego antiguamente, antes de
conocer los fósforos de los cristianos. Este “palo de algodón” no es el mismo
que ahora cultivan y que han llegado a conocer por los blancos, sino otro palo
silvestre, que ahora solo conocen de nombre.