viernes, 2 de diciembre de 2011

MITO DE LOS SHUAR DEL ORIENTE DEL ECUADOR.



Como los jíbaros recibieron la candela. (ni).


 Este mito, en el idioma de los jíbaros, se me ha contado del modo siguiente.
Younchu unta ni atsumasa whétta

            Antiguamente cuando no había candela, los antiguos  shuara, calentaban la comida bajo los brazos y así la comían. Tacquea fue el único que tenía candela. La mujer de Tacquea fue a la chacra, y cuando regresó de allí, vio un quinde. Lo llevó en seguida, lo amansó y lo puso a la candela, para secarse. Habiéndose secado, sacudió las alas y llevó la candela, que había prendido con el rabo. Después la dejo prendida en un palo. Una mujer viniendo de la chacra, vio la candela y la llevó. Prendan la candela, dijo, ahora he encontrado candela. Pongan la olla y cocinen la comida, para comer bien.
            Con más detalle, otro jíbaro me ha contado este mito, del modo siguiente:

            Antiguamente, los jíbaros, no conocían el uso de la candela, entonces, para comer, calentaban la carne, tendiéndola bajo los brazos, y la yuca la hacían madurar, poniéndola debajo de la quijada. Los huevos cocinaban, calentándolos en el sol.

            El único que tenía candela, era un jíbaro que se llamaba Tacquea. El había sabido hacer la candela, frotando dos palitos, el uno contra el otro. Más, el Tacquea era adverso a los otros jíbaros y no quería darles de la candela, ni enseñarles como lo hacía. Muchos jíbaros (que antiguamente eran como gente) vinieron volando y trataban de robar la candela de la casa de Tacquea, pero no podían. El Tacquea tenía la puerta de su casa un poco abierta, y cuando los pájaros venían los mataba, aplastándolos entre la puerta y el poste y se los comía.

            Al fin el quinde (colibrí), huimbui, dijo a los demás: “Yo voy a robar la candela de la casa de Tacquea”. El huimbui se mojó las alas y se puso en el medio del camino, pretendiendo no poder volar y temblando como de frío. La mujer de Tacquea, regresando de la chacra, vio al quinde mojado y se lo llevo a la casa, para que se seque al lado de la candela y para amansarlo. Después de un rato, el quinde habiéndose secado un poco, sacudió las alas  y trató de levantarse para volar, pero no podía.

            La mujer de Tacquea, lo cogió otra vez y lo puso a la candela. Ya estaba seco el quinde. Como no podía llevar una braza entera, llevó la candela con su rabo largo, haciendo prender las plumas, y salió de la casa. Voló a un palo alto de cáscara bien seca, que los jíbaros llaman  makúna.

            En la cáscara prendió la candela y el quinde llevó un poco de estas cáscaras a una casa. “Aquí tienen candela gritó a los demás, prendan de aquí pronto, lleven de aquí todos, ya han de cocinar bien, ya no han de hacer madurar la comida bajo los brazos”.

            Cuando Tacquea vio que el quinde se había huido con la candela, se enojó y reprendió a la gente de su familia: “¿Por qué han dejado entrar aquí a este pájaro, para robar nuestra candela? Ahora ha de tener candela todo el mundo. Vosotros sois responsables de este robo".

            Desde este tiempo los jíbaros han tenido candela. También habían aprendido el arte de hacer la candela de nuevo, fregando dos piezas de palo de algodón (urúchi númi), uno contra otro. (*).

            *Según la tradición de los jíbaros viejos, así producían fuego antiguamente, antes de conocer los fósforos de los cristianos. Este “palo de algodón” no es el mismo que ahora cultivan y que han llegado a conocer por los blancos, sino otro palo silvestre, que ahora solo conocen de nombre.



Dr. Rafael Karsten