Cuando Dios quiso, a eso de las dos y media de
la tarde, el día sábado 14 de octubre (de 1.893) llegamos bien a la primera choza
de Gualaquiza llamada Yumaza. Encontramos aquí unos veinte cristianos, quienes
habían sabido de nuestra llegada y habían ido a nuestro encuentro para darnos
la bienvenida. Pero nuestras miradas se dirigieron pronto y con satisfacción,
hacia algunos jíbaros, que estaban allí parados, vestidos con sus trajes
típicos, con su indispensable lanza en la mano en actitud que yo pudiera llamar
llena de dignidad.
Cuando
saltamos de nuestras acémilas fueron hacia nosotros y dándonos la mano derecha
preguntaron: ¿cómo estando?
Explicamos
que habíamos llegado a Gualaquiza para ocuparnos de ellos, para enseñarles a
trabajar el hierro, para hacer espadas, lanzas, cuchillos y que les habíamos
llevado muchos regalitos muy lindos y que a ellos les gustaba mucho...
Totalmente felices, se miraban el uno al otro
manifestando su dicha, y cuando estuvimos a punto de montar nuevamente nuestras
bestias, corrieron para dar la nueva a sus compañeros que nos esperaban en la explanada de la
colina, donde existía la iglesia y la casa
misión construida más de veinte años atrás por el famoso misionero
jesuita, el Rvdo. Padre Pozzi…”
Relato de Viajes - Francisco Mattana. – 1893–
1.909 Boletín Salesiano.
NOTA. – Dos días antes, esto es el 12 de octubre de 1893, habían
llegado a Gualaquiza dos misioneros franciscanos desde Zamora, en una
expedición de reconocimiento también de
su recién creado vicariato.