Oficio a los Ministros Oficiales de la Real Hacienda.
Al presente caso,
según lo representan el Teniente y un sacerdote que se hallan en las
misiones nuevas de la Provincia de Logroño, es de las más graves, y su
prevención y reparo en tiempo oportuno de la más urgente necesidad, que no da
lugar a dilación, admite consultar ni aguarda sus resoluciones; muy conforme
con la humana piedad, la cristiana religión, la recta razón y los intereses de
la Iglesia, el Estado y la Patria que preponderan a toda ley positiva que
dispusiere lo contrario, en contraposición o derogación de lo que resuelve
terminantemente lo conveniente y de las recientes elogiadas y aprobados
ejemplares que tenemos en él, en que no va menos que la vida, obediencia, y
respeto de nuestro teniente que representa en su clase al Rey, al mismo tiempo
que es el interprete único que hay en esta provincia, que entienda y hable el
idioma de los jibaros, y el órgano con que se les ha comunicado hasta aquí la
fe y sumisión al Soberano y debe prometerse
se comunique a los que restan hasta la completa reducción de aquella
provincia. La vida de un párroco, padre y pastor, no solo de aquellos neófitos,
sino también de la de varios españoles que ya han pasado a poblares allí, entre
los cuales también el honor de dos buenas mujeres, la una que se casó ya con un
jíbaro cristiano, y la otra que se ha tomado a su cargo la instrucción y
enseñanza, de la doctrina, idioma castellano y ocupaciones mujeriles a las
niñas párvulas de los jíbaros.
El
escándalo de los propios jíbaros ya catequizados; retraimiento de los demás que
están en disposición de ello, y su desconfianza en el favor y seguridad que ha
nombre de su Majestad se les ha prometido, el retraso o acaso imposibilidad, si
no es a mucho costo y trabajo de la propagación de la religión en aquellas
provincias; y, últimamente la retracción de los varios otros pobladores que con
este objeto se habían incitado, y tienen tomados sus asientos en aquellos
parajes, de que deban comprenderse al primer golpe a la reflexión los
indecibles perjuicios que deben seguirse a otros Estado o Religión de estas
provincias, y de que sean Ustedes responsables en caso de insistir en negarse a
dar de su parte los auxilios que tengo pedidos por mi anterior, en razón del
dinero que importase el subplus de la tropa que diese este Señor Comandante, y
la contribución de las armas que se refieren de cuya importancia pasaré a ustedes oportunamente la
correspondiente razón.
Y en cuanto al asunto de los mil pesos que por
orden del Excelentísimo Sr. Virrey del reino tengo recibido para la empresa de
la continuación de la reducción de dichos jíbaros, tengo elevada ya la cuenta
documentada de su inversión a otro Sr. Excelentísimo, y su aprobación, y
reintegrado el alcance que hago en ella. Tengo en caso de que se dilate, o
Ustedes consideren, ser de su inspección su reconocimiento, no tengo
inconveniente en pasársela también.
Dios guarde a Ustedes muchos años
Cuenca diciembre ocho de mil ochocientos diez
y ocho
Juan López Tormaleo.
De los oficios transcritos en este Boletín,
podemos deducir que el Gobernador Interino Juan López Tormaleo, viendo la
urgente necesidad de dar oportuno auxilio a su teniente, al párroco, a los
jíbaros catequizados y a los pobladores españoles asentados ya tanto en
Gualaquiza como en Bomboiza, efectivamente dispuso y logró enviar la ayuda
solicitada. Esto deducimos por cuanto la insipiente colonia se logró mantener
pese a la agresividad de los nativos especialmente de Zamora, hasta el año
1.820
.
El Gobernador Juan López Tormaleo, remitió
oficio a los Señores Ministros de la Real Hacienda, acompañando
testimonios escritos de José Suero y
Manuel Mogrovejo, teniente y cura de la colonia; insistiendo en su pedido de
que se pague a la tropa que va en auxilio, y las armas blancas fabricadas para
este efecto.
Hace responsable a los Ministros de Hacienda,
el retardo o consecuencias que pueden
devenir si se pierde la vida y la colonia misma de la provincia llamada en ese
entonces de Logroño. Púes los señores Ministros de Hacienda, insistían por su
parte se de las cuentas de los mil pesos invertidos en la reducción y
expedición hecha a Gualaquiza, más 500
pesos adicionales; dinero entregado al
Sr. Teniente de Gobernador, e intérprete de la expedición José María Suero.
En
tanto se sucedían estos dramas en la colonia de Gualaquiza y Bomboiza; en
Cuenca y la región sonaban ya los clarines de libertad, lo que exasperaba más
al Gobierno Español para ya no gastar o invertir un solo peso más en la
reducción de los jíbaros.
Para 1820 al parecer fue insostenible las
colonias en Gualaquiza y Bomboiza; pues se sabe que las tribus jíbaras de
Zamora cayeron sobre ellas
irremediablemente, lo que ocasiono la precipitada fuga de los españoles,
colonos y especialmente jíbaros ya catequizados como lo fue el famoso
Pinchopata y otros, que por salvar su vida salieron también a Cuenca, en donde
encontraron se batallaba por la independencia, sabiéndose que Pinchopata y los
suyos combatió en Verdeloma, al lado de
los patriotas .FDA