Cabe una visión del jíbaro que se publica y en el año 1942. Que dice:
“El jíbaro tiene en su organización
distintiva, algo de completo.
Dotado
de ingenio sutil y astuto, de una fuerza muscular verdaderamente prodigiosa, se
cree superior a nosotros. El hombre es un cazador verdaderamente perfecto, un
pescador experto en las purísimas aguas de los ríos orientales.
La
parte de los mejores animales silvestres, es para él: saínos, armadillos,
conejos, pájaros sabrosísimos, están a su disposición en la inmensidad de los
bosques.
Frutas
delicadas que les prodiga la floresta, les regala en todo momento para
satisfacer su goloso apetito.
Nunca
en sus huertas falta yuca, banana, camote, algodón y piña.
Las mujeres son cocineras excelentes, más sobre todo
hábiles fabricadoras de una bebida original: la chicha mascada, que si en
realidad es nauseabunda por su manera de fabricación, es empero muy nutritiva y
sobre todo muy gustosa para los jíbaros.
Los
hombres saben también hilar y tejer para
sí y para las mujeres.
Los
pueblos de la sierra y los mineros les proporcionan muy fácilmente escopetas,
aguja, hilos, fósforos y otras cositas interesantes.
Cuando
está enfermo, tiene sus portentos hierbas medicinales y cuando está sano
posee también un sistema de vida muy higiénico y muy apropiado para
robustecer el cuerpo. En el Ecuador nunca se trato bárbaramente a los salvajes,
como lo hicieron los criminales mercaderes que pagaban a peso de oro la cabeza
de un indio de la Patagonia, favoreciendo cacerías como si se tratase de animales selváticos; o
como unos hacendados del Brasil, que organizaban matanzas de tribus enteras; o
todavía peor, como lo practicaban la inicua Peruvian Co. De los Hnos. Arana,
que merecieron la abominación de todo el mundo con sus inauditas crueldades…
Así es que no una civilización cualquiera podrá conquistarlos, sino una
civilización seria, formidable y científica”.
La voz de la Verdad (Guayaquil)
,11 / IX/ 1924.
“Los
shuar, lo hemos visto, fueron los últimos en abandonar su rebeldía (Juan Bottasso);
obstinadamente rechazaron toda intromisión y se resistieron a las agresiones de
todo tipo, desde las militares a las culturales: fue solo con el presente siglo
(20) que en el frente de la resistencia comenzaron a abrirse brechas
irreparables; al resquebrajarse la solidez de su cosmovisión, ellos perdieron
confianza en su fuerza y superioridad, y comenzaron a capitular frente a
ciertos argumentos económicos cada día más irresistibles.
De
otra parte en ningún momento se había abandonado la idea de integrarlos a la
“civilización” y a la nacionalidad; cambiaban solo los instrumentos. El último
en proponer una solución armada para doblegarlos fue García Moreno, pero desistió de su proyecto”.
Al
contrario cuando la nación jíbara estuvo a punto de desaparecer por la invasión
de exterminio de los patacunas, tribu enemiga a muerte de los shuar, y provenientes del sur
oriente; el Dr. Gabriel García Moreno dispuso la partida de un batallón de soldados en su ayuda, salvándolos
así de su total exterminio.
Los misioneros volvieron a invocar
la presencia de los soldados para facilitar la colonización. Esto de acuerdo
con las ideas del momento, se esperaba lograr con este apoyo y por otros
caminos: el del adoctrinamiento directo y metódico, y el de la aculturación
indirecta, a través de una presencia cercana y masiva de blancos.
“Los
dos sistemas no se excluyen, antes bien, muchas veces conviven y se
complementan, recibiendo el uno o el otro mayor énfasis, de acuerdo a las
coyunturas, el ambiente o las personas.
Los salesianos promovieron ambos, por lo menos hasta
que permaneció intacto el plan de civilizar”. ( Los Salesianos y la amazonia.-
Juan Bottasso ,Pág. 93.- tomo III ).
Para ese entonces, finales del siglo 19 y comienzo del
20, civilizar y culturizar, significaba simplemente actuar, pensar y hacer las
cosas a la europea; púes de Europa venía todo, se suponía que Europa era el
centro del pensamiento universal, de la moda, de las costumbres.
De
Europa vino la religión, con ella la fuerza de pensar religiosamente de una
manera determinada en Europa, a la fuerza si era necesario con la inquisición.
Al
indio había que vestirle a la europea, tapar al jíbaro su desnudes como manda
la moda europea y la decencia europea, arrebatar las costumbres no europeas.
Quien
no pensaba o actuaba a la europea era
considerado incivilizado o salvaje.
Con
esta corriente de pensamiento europeo traído naturalmente por misioneros
europeos, se “civilizó” al nativo, desculturizando su propio modo de vida y
obligándolo a pensar y actuar a la europea.
El
shuar como pocos pueblos ancestrales tenía una civilización y cultura
perfectamente bien establecida, tenía normas de conducta consuetudinarias, sabía
distinguir de acuerdo a estas normas, el bien y el mal. Su cultura doméstica
fue envidiable comparada con la cultura doméstica contemporánea de pueblos indígenas de la sierra, y no
pocas de gente mestiza.
Hubo, y es insoslayable decirlo; intereses
creados de grupos para desprestigiar al shuar (jíbaro) y de esta manera obtener
réditos económicos con el pueril
argumento de “civilizarlos”; estos fueron usados y tal vez siguen siendo
utilizados como propaganda para estos fines.