El 2 de octubre de 1.816,
arriba a la tribu de los Gualaquiza, (lo que es hoy la ciudad y sus
alrededores) la primera expedición de gente blanca y mestiza.
Fray Antonio José Prieto
cura predicador
franciscano, convenció a gente de Cuenca para esta cabalgada que tuvo
dos objetivos: Buscar las ruinas de la perdida ciudad de Logroño de los
Caballeros fundada en 1.574; y volver a explotar sus lavaderos de oro que tanto
dieron a la Real Audiencia de Quito en los pocos años de su establecimiento; y,
como segundo objetivo “cristianizar” a
los nativos.
Estos
primeros exploradores de inicios del siglo 19 fueron recibido con mucha
atención y cortesía por los nativos de Gualaquiza; el misionero solicitó al
jefe de la tribu le facilitase un espacio para establecer una capilla y una
casa para el misionero, (un espacio capaz de formar pueblo, decía el
misionero al Virrey) no solo se les prestó y señaló un sitio, sino que los mismos nativos
ayudaron a desbrozar el monte y construir la rudimentaria choza de capilla y
vivienda para el misionero.
Las
relaciones de amistad no duraron mucho tiempo, los colonos que acompañaron a
esta expedición pronto se desmandaron con los nativos, lo que produjo de inmediato
la natural reacción de estos, hasta el punto de que los primeros colonizadores
se vieron en la urgencia de salir precipitadamente a Cuenca.
De
esta manera termino la última cabalgada española hecha en suelo sur oriental,
púes las guerras de la independencia
impidió nuevos intentos españoles de penetrar a la región o provincia de
Logroño como la denominaban.
Ya en
la época republicana, después de más de treinta años, allá por el año 1.852,
otro franciscano Fray Manuel Plaza, Obispo de Cuenca, hace una entrada a la llamada
ya Gualaquiza, su muerte en 1.853 puso fin a sus intentos evangelizadores de
estas tribus.
En 1.870 hacen su ingreso a Gualaquiza los padres
jesuitas, traen consigo a Mercedes
Molina, y desafortunadamente al parecer traen la temible viruela, enfermedad desconocida por los
nativos, no inmunes a ella, caen con facilidad presa de esta epidemia que
diezmó su población, esto obligó a que repelasen a los misioneros echándolos fuera
de su territorio.
En el
ínterin de estas penetraciones colonizadoras, ya hacen su ingreso uno que otro
colono que congraciándose con los nativos fueron permitidos que usasen la
tierra y se aprovechasen de lo que ella producía; como también los nativos se
interesaron en el intercambio de ciertos productos como fueron, armas, pólvora,
hachas, machetes, perros etc.
Cuando
los salesianos ingresan por primera vez en 1.893, (14 de octubre) encuentran contadas familias colonas viviendo en
rudimentarias chozas establecidas en el valle del río Gualaquiza y del
Cuchipamba, estas familias de mestizos e indios trabajaban lo más de ellas, los
llamados entables de ciudadanos ricos de Cuenca
que con su cultura, tino y respeto supieron ganarse el aprecio del nativo.
Recordemos
que los jesuitas y salesianos tuvieron el apoyo incondicional e inapreciable de
los Vega Muñoz, los Quintanilla, los Niemes, los Cárdenas, los Cordero,
ciudadanos de dinero y mucha cultura que
no ha mucho tiempo atrás habían
establecido entables y cultivos de paja
toquilla, caña y tabaco en los indicados valles, especialmente en el valle del río Gualaquiza.
Con
el establecimiento salesiano en la región comienza una afluencia masiva de
colonos mestizos especialmente del Azuay y el consecuente problema con los
despectivamente llamados jíbaros.
Cabe hacer
constar un reportaje que nos dan la idea precisa de lo que fueron
los nativos y la región al ingreso de los primeros colonos, reportaje escrito
por testigos presénciales aunque escrito por un misionero.
… “la población
mestiza, raza formada por el cruce de los blancos con los indios quichuas de la
sierra; los mestizos o cholos hablan el
castellano, entienden algo del idioma quechua y poseen pequeños lotes de
terreno, que cultivan personalmente, con sistemas primitivos”.
Al
referirse a la raza shuar manifiesta:… es
totalmente distinta de la mestiza; y, que vive libre, seminómada, pero ocupando
siempre las regiones inferiores del valle.
De
los mestizos el citado P. Allioni dice: … “los
cholos, que viven una vida propia, las casas o mejor dicho las chozas, son
construidas con techo de paja armad sobre cuatro palos de madera.
Gran número de ellas no tienen paredes, o son
cerradas con madera con un poco de
barro, sin piso.
Para dormir usan un entarimado con tablas,
sostenido con guaduas; la cocina consiste en tres piedras”… “no optan ninguna
norma de higiene, tan esencial en estos climas cálidos y húmedos y se puede
aseverar que la causa principal de su infeliz estado de salud es al ningún
cuidado del cuerpo, la suciedad, la holgazanería y la embriaguez.
Muy a menudo los misioneros oyen a
los shuar frases como ésta: ¿Cómo quieres que nosotros
vivamos como estos cristianos, que tiene chozas tan feas, que son tan sucios,
que no trabajan casi nada, se embriagan tan a menudo y terminan en riñas? .
Si a todo esto se añade que hay numerosos
individuos permisivos que vinieron al oriente para vivir únicamente según sus
caprichos, gente sin patria, sin oficio, sin moral; si se toma en cuenta,
además que no existe autoridad alguna, que no existen leyes, ni tribunales ni
policía, se comprenderá que clase de vida llevan estos pobrecitos…”. –Sin comentarios.-