Gualaquiza y su región, posee
una muy antigua y rica historia, la que llamamos su historia solariega,
historia llena de aventura y de misterio, historia real donde sus protagonistas
heroicamente a costa de “lágrimas, sudor y sangre” forjaron un Pueblo en uno de
los rincones más bellos, paradisíacos y agrestes de la patria, cuyo embrujo
como imán subyugo a sus pioneros a permanecer y luchar para hacerlo habitable y
próspero.
Gualaquiza y su
región como casi todas las ciudades de la amazonia pasó por tres etapas claramente definidas:
1.- Expediciones
de descubrimiento y exploración
española.
2.- Ocupación
parcial y colonización; y,
3.-
Evangelización, y desarrollo.
La primera etapa
de exploración y descubrimiento de la región sur oriental amazónica, se inician
con las expediciones de varios capitanes españoles entre los que podemos
mencionar a Pedro Vergara, Juan de
Salinas, Hernando de Benavente, Hernando de Barahona, Bernardo de Loyola los Vaca de la Vega, Villanueva Maldonado y
otros.
La noticia de la
existencia de un “Dorado” y el país de la canela, fue el atractivo de
exploración, colonización y sobre todo de evangelización.
La incansable búsqueda de oro y otras
especies como una salida directa al
Atlántico más corta y fácil que la ruta de Panamá y sobre todo la entrada a regiones que podían
resultar más ricas y extensas que las descubiertas en la costa oeste de América
del Sur, empujo a estos capitanes de conquistas a aventurarse por inhóspitos parajes
llenos de peligros naturales y sobre todo la reacia oposición de los naturales a someterse como súbditos
de un lejano y desconocido rey.
La segunda etapa
de este empuje conquistador se orienta a
la fundación de ciudades en la hoya amazónica, la mayor parte cercana a los declives
de la Cordillera.
Así surgió la floreciente y rica ciudad de Santa
Ana de Logroño de los Caballeros a
pocos kilómetros de nuestra actual ciudad de Gualaquiza, se fundaron no muy
lejos las ciudades de Zamora de los Alcaldes, Valladolid, Loyola, Bilbao, Sevilla
de Oro, Nuestra Señora del Rosario, y otras más cerca del Marañón como Santiago de las Montañas, Borja, Nieva,
Ávila, y Archidona.
“Esta etapa de
fundaciones constituye una ocupación más permanente, lastimosamente inficionada
por la mentalidad esclavizante de los conquistadores y encomenderos que terminó
más trágicamente que las primeras expediciones, por la reacción de las tribus orientales
que no aceptaron el sistema de explotación de los españoles.
Las
poblaciones de Ávila y Archidona que se dedicaban a la explotación de algodón,
oro y canela, fueron liquidadas por la rebelión de los pendes (brujos) en 1579, Logroño de los Caballeros igualmente desaparece en 1579 por la reacción
de los jíbaros (Shuar).
El
trauma de la peligrosidad de las tribus orientales perduró en la colonia y aún
ahora, buena parte del país parece
conservarlo.
El oriente quedo envuelto en una
sombra de tenebroso peligro.
La tercera etapa comenzó
simultáneamente con la expansión de las ciudades, pero fue esencialmente misionera. Cuatro Órdenes religiosas
compitieron por avanzar más profundamente en las selvas amazónicas: Los
Dominicos los Franciscanos, los Jesuitas y los Mercedarios.
Por la región
objeto de esta relación los Dominicos tuvieron su gran representante en Fray
Gaspar de Carvajal, compañero de Francisco Pizarro en el viaje de
descubrimiento del Río Amazonas y cronista
de tan memorable hecho; más tarde se establecieron en Baeza, Macas y
Canelos.
Indudablemente
las misiones Jesuitas de Maynas
fueron la obra más notable de la
Audiencia de Quito en los siglos XVII - y - XVIII, por su organización,
extensión y fama. Fue muy conocida en América y Europa y desde esta llegaron
muchos voluntarios del más diverso origen.
Los informes y
cartas de los misioneros jesuitas
estudian muchos aspectos de la realidad humana y cultural de las poblaciones de
esta región, sus costumbres y probable distribución. Lastimosamente no hay
todavía un estudio completo que permita evaluar la obra de casi dos siglos.
La expulsión de
los jesuitas de los dominios de España por Carlos III en 1767 fue un golpe
mortal a la obra de Quito en el Amazonas y significo al mismo tiempo el final
del espíritu emprendedor de la Audiencia de Quito.
Las misiones fueron atendidas primeramente por el clero
secular de la audiencia y luego por los Franciscanos, pero la decadencia era
notable. El traspaso de las misiones al seminario de Ocopa, recomendado por
Francisco de Requena no mejoró la situación y la obra misionera de Quito fue
desapareciendo paulatinamente.
Quedaron algunas
poblaciones fundadas por los misioneros de Quito (Iquitos, Macas, Zamora etc.)
como testigos de un pasado glorioso.
Con la República
el nuevo foco de desarrollo, interés y poder político se concentra en Quito,
Guayaquil y la Costa mientras el Oriente quedaba relegado a un segundo plano en
la atención de los ecuatorianos, aunque seguían viviendo en la nostalgia.
Pocos serán los que se aventuren a
remontar los Andes para conocer de cerca el mundo misterioso del
Amazonas”.
Ya en la época
republicana llevados únicamente por el espíritu
evangelizador hacen presencia a fines del siglo XIX y principios del XX
misioneros jesuitas, franciscanos y los de la
Pía Sociedad Salesiana antes de
que las huellas de los últimos capitanes de conquista se borraran de los
farragosos caminos de penetración oriental, huellas que dejaron tras la reconquista de las destruidas ciudades españolas
arrasadas por el espíritu de libertad de los nativos que coaligados con los
indios y mestizos las borraron del mapa .
Con el
advenimiento de los Jesuitas, Salesianos y Franciscanos a fines del siglo XIX
se inicia la etapa de desarrollo armónico de nuevos pueblos que han devenido en
prósperas y bellas ciudades amazónicas como Macas, Zamora, Yantzaza,
Gualaquiza, Pangui, Sucúa, Méndez y
otras.
Venga esta
historia solariega antigua y noble de Gualaquiza y su región, contada en forma
amena y basada en documentos históricos de la época como en historiadores
contemporáneos de renombre nacional.
Nuestro
afán ha sido recopilar y organizar cronológicamente nuestra historia tan rica
en aventura y heroísmos, que nos ha conducido de un pasado umbroso a un resplandeciente progreso en el que
convivimos con los dueños de la
floresta hasta nuestros días.