jueves, 22 de diciembre de 2011

Entre lo tipico y la fantasía






En este lindo Ecuador suceden cosas  que nos va identificando como extravagantes. 
Esto sucede cuando por falta de conocimientos culturales, antropológicos  y sociales, copiamos y mal, las tendencias extranjeras.

Esto sucede con los llamados trajes típicos, que solemos exhibir en espectáculos públicos como son  especialmente en eventos de elecciones de reinas ( algo que quiere extirpar el actual gobierno).

                En estos eventos sociales nuestras bellas representantes se dan el lujo de exhibir como traje típico unos exuberantes disfraces carnavalescos brasileños; muy alejados de los que se debe considerar el traje típico, que no es otra cosa que la  vestimenta que usan  si no cotidianamente, en días especiales, las personas de una determinada ciudad, región o país.


Tradicionalmente esta señora no luce lo que una auténtica mujer shuar  vestiría.
Las autenticas señoras  shuar no usan  ni usaban este tipo de corona o diadema como la Sra. shuar de la foto.

Simplemente se ha disfrazado de manera equivocada- Puede lucir "lindo" pero no como una autentica  mujer shuar.

                De poco tiempo acá vemos en estos eventos trajes que se dicen pertenecen a una u otra etnia nacional, totalmente dislocado de la verdad, trajes que en su vida soñaron los coterráneos usarlos; trajes llenos de fantasía que no representan en lo más mínimo lo típico que se quiere representar.
 Así de la etnia shuar estamos viendo y esto nació en Macas, unos trajes fantásticos, llenos de plumajes de teñidos colores, de aves que jamás volaron por nuestro espacio aéreo, trajes llenos de lentejuelas  etc. etc., trajes que en fin de cuentas distorsionan nuestra realidad y la realidad de un pueblo que está o estuvo lejos de tener esta clase de vestimenta.

                Típico en nuestro país es como ejemplo; en Cuenca, la pollera de la chola cuencana. Típico en Morona Santiago es el traje o vestido de las shuar, esto es un tarachi, que de determinada manera cubre el cuerpo, de unos  aretes de vistosos plumajes de pájaro tsukanka; brazaletes y tobilleras de mullos naturales, una changuina a la espalda y nada más.
 Típico de un Saraguro es su vistosa ropa propia de este indígena, de un shuar es o fue su típico  itipi, y tarachi de las mujeres. etc.

                Cuando tengamos eventos en los que se debe exhibir un traje típico hagámoslo  sin distorsión de la costumbre de un pueblo; y, no caigamos en la fantasía de trajes copiados en otras latitudes extranjeras.O mucho menos en "trajes"  "tipicos", donde la mujer shuar se muestra casi desnuda. (foto tomada en Macas)

No nos engañemos ni engañemos a nadie.

                 Cuidemos lo nuestro y rescatemos lo típico por lo menos de la región.-  FDA.


MUJERES PIONERAS DEL SIGLO XX




E l que escribe estas notas, tuvo un privilegio del destino, servir mas de veinte años en un lugar tan apacible y hermoso como es la ciudad de Gualaquiza.

Para llegar a la ciudad hace  en ese entonces se requería de no poco sacrificio a pesar de que ya había una carretera; pero solía preguntarme, ¿Cómo llegaban antes  acá  las señoras?.

                El amor a su esposo, el cariño a sus padres, a sus hijos, la vocación de servicio, el deseo  de ver prosperar a un pueblo  casi olvidado en las estribaciones orientales  de los Andes; fue lo que trajo  a estas intrépidas mujeres, ha formar su hogar que nunca abandonaron pese a la nostalgia por la tierra que les vio nacer.
                La suerte y ese mentado destino, me hizo conocer a estas grandes pioneras; pude escuchar de ellas las incontables aventuras, desgracias y peligros, por los que pasaban al trasladarse de sus lugares natales a estas selvas casi inhóspitas  pero que prometían un futuro grande y mejor para los suyos, especialmente para los que estaban por venir.

                Farragosos  e intransitables caminos, solo aptos para las bestias, lluvias interminables, neblinas espesas, fríos inconmensurables, temor al salvaje, a las fieras y alimañas; no detenían a estas valerosas mujeres  de mediados del siglo XX, llegaban a Gualaquiza, salían de ella para retornar nuevamente a donde habían hecho su dulce hogar.

                Viudas unas, solas otras, habían echado raíces profundas en estas tierras cálidas; y, no había poder en la tierra que las  desraizase  de Gualaquiza.

                Acá estaban sus amores, el grato recuerdo de su finado hombre, de sus hijos que se les adelantaban, de sus antiguos padres, que les trajo al mundo. Se aferraron a esta tierra que la hicieron habitable y hermosa, y solo se rindieron a la llamada del Señor. Y hoy descansan en paz en esta  misma tierra.  FDA





Como no recordar el nombre de estas valerosas mujeres, a las que les debemos, si no veneración, extremado respeto; y, me permito mencionar sus nombres, si no es atrevimiento mío; más tal vez olvidarme alguno de ellos por la fragilidad de la memoria.
Todas llenas de bondad y sabiduría, estirpe de valientes colonos.
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-Dña. LIGIA SAMANIEGO.
 -Dña. ALCIRA AREVALO.
-Dña. ZOILA CORONEL.
-Dña. JULIA CALDERON DURAN
-Dña. ESTER LOYOLA.
-Dña. RAQUEL SERRANO.
-Dña. ZOILA IDROVO DE FÁREZ. 

Vaya también este homenaje a las pioneras que aún  se encuentran entre nosotros:
Dña. FILOMENA PESANTEZ DE CORREA. 
Dña. GUILLERMINA CHOCO DE AVILA.
Dña. CELINA ASTUDILLO VDA. DE SAMANIEGO.
Dña. CELINA LLANOS VDA DE LLANOS..
Dña. ALEJANDRINA CALDERÓN   VDA DE JACOME.
Dña. GENOVEVA TORRES VDA DE LEÒN.
Dña. ESPERANZA CHIRIBOGA DE CHOCO.
Dña. GUILLERMINA LOYOLA VDA.DE NIETO .
Dña. CARMEN ALEMAN.
Dña. JESUS ALVARADO.
Dña. CARMELA CORONEL.
Dña. LIBIA AREVALO.
Dña. CRUZ ARIAS.
Dña. AMERICA CORREA  AMAY.
Dña. HORTENCIA LITUMA.
Dña. GERARDINA LOJANO.
Dña. ELVIA LOJANO.
Dña. LUCINDA.CORREA AMAY.
Dña. EUGENIA PULLA.
Dña. ROSAURA  RIVAS
Dña. MARTHA IÑIGUEZ.
Dña. MERCEDES SAMANIEGO.
Dña. MERCEDES SANMARTIN.
Dña. ROSA  ARIAS.
Dña. CRISTINA SAMANIEGO.

La Lista sería interminable.

No faltarán páginas en este Boletín para biografiar a estas valerosas mujeres que trajeron amor y esperanza a Gualaquiza. Pues no solo esto se merecen, sino un monumento que conmemore su  arribo junto al hombre intrépido, y   que forjaron hombro a hombro   un pueblo digno  de vivir.


Por todos los que fueron, son y serán arrieros del destino








  
El oficio de arriero fue para Gualaquiza como una puerta abierta hacia la misteriosa amazonia, en ese entonces conocido como el “oriente” durante  muchas décadas; época en la que las noticias se trasmitían de boca en boca, traídas especialmente  por aquellos famosos arrieros, que alentaban a  futuros colonizadores contando  lo feraz de esta tierra pródiga.

El arrierismo llegó con los  conquistadores y sus famosas mulas  y caballos, animales con los cuales los arrieros hacían una sociedad  casi perfecta..

“La vida de los arrieros jalona nuestras propias costumbres y,  se convierte a veces,  en la misma medida del tiempo: El arriero, a buen seguro que no llevaba reloj de pulsera, ni GPS, ni ningún otro artefacto para orientarse en el espacio o en el tiempo. Ya hemos dicho que el arriero era madrugador y caminaba siempre contra el día; buscando el amanecer. Y medía las estaciones apreciando las configuraciones solares y lunares. Las madrugadas y amaneceres,  eran preferibles cuando la luna se mostraba brillante (luna llena) y alumbraba los caminos.

Conocía muy bien el cambio de las estaciones,  y se guiaba muchas veces por el conocimiento que sólo saben de distinguir los hombres que madrugan y trasnochan”.

La tradición de este viejo oficio como se ha dicho, llegó de las manos de los españoles entre otros lugares del ancho mundo al Virreinato de Lima, en donde se dice que el binomio hombre-mulo ha sido durante décadas imprescindible.

Los pueblos engarzados en los andes, costa y amazonia ecuatoriana, no es ni más ni menos que la concurrencia  o resultado de esta conjunción entre el hombre y el mulo.

Los arrieros son personajes típicos de las zonas montañosas andinas y de piedemonte amazónico. 

Las recuas o riatas de mulas  subiendo los empinados caminos del piedemonte que conducían de Gualaquiza al Sigsig, fueron la imagen más sorprendente que ocurría y se podía observar  por los transeúntes que viajaban por estos estrechos, farragosos y empinados caminos.

Recuas de mulares y caballares que de ida llevaban a los  osados colonos que iban a establecerse en la tierra prometida; a los comerciantes con sus artículos de primera necesidad rumbo a la colonia; de retorno aguardiente que llevaban en perras de caucho  al estanco o a las cantinas de la sierra;  arrieros y comerciantes llevaban  productos de la zona como café, paja toquilla, tabaco, yuca etc., camino a los mercados del Sigsig y Cuenca.

Recuas de mulares conduciendo hacia el “dorado” a ilusionados jóvenes  mineros rumbo a las orillas de Bomboiza, Zamora y Nangaritza. Soldados que entraban y salían de sus guarniciones, con el armamento municiones y víveres a cuestas. Misioneros con sus palafreneros que entraban y salían de su incipiente misión; fueron los que se veían a diario trajinar acompañados del infaltable arriero y guía.  

Fue la  mula, o el mulo una cultura que se presentaba básica en mundo de la arriería. Hoy en Gualaquiza prácticamente va  desapareciendo este  cuadrúpedo. Por lo general en cada entable o hacienda  había yeguas y burras que cruzadas con burros y caballos daban anualmente una cría muy apreciada: la mula o el mulo. Estos animales sobrios y fáciles de alimentar, sirvieron durante siglos como animales de carga y de tiro, utilizados además  para el transporte de mercancías, para las labores del campo con el que los arrieros solían alternar su oficio.

“El buen arriero debía conocer bien a sus animales y todas las artes y pormenores del oficio, entre los que destacamos:

-Conocer al animal. Saber cuando está dispuesto; alimentarle convenientemente. El animal, antes de salir de viaje debía haber consumido buena yerba.
-El ensillar o enjaezar el mulo o mula para salir de viaje, ha de llevar perfectamente conformada la enjalma; apretar la cincha lo justo para que aguante el aparejo, pero sin oprimir en exceso la barriga del animal.
-Conocer al animal con sólo mirarlo. Saber si está dispuesto, si está enfermo, si ha comido lo suficiente etc.
-Una vez cargado, si al animal le molesta la carga; si está dispuesto. Si quiere o no trabajar aquel día.
-Vigilar si los cascos  del animal están suficientemente protegidas; si hay necesidad de  herrarlo.
-Querer a los mulos. Los animales que se sienten apreciados, suelen decir sus amos, se comportan como si fueran de la familia. De aquí aquella unión de la que hablábamos más arriba; conjunción del hombre y la bestia.

. Es decir, preparar la recua, supone un trabajo minucioso. Va desde ajustar con precisión el aparejo, colocarle los adornos, colgarle el cencerro, hasta pasarles la mano antes de partir de viaje.

Al arriero le ha de gustar su oficio, aunque ello comporte siempre madrugar mucho, caminar duro y enfrentarse a todas las inclemencias del tiempo.

Si bien en Ecuador  y por supuesto en Gualaquiza , este oficio hoy por hoy  va quedando para la historia, pienso que  se debe valorar esta tradición, que  revalorice  este antiguo y noble  oficio, que fue la génesis  del nacimiento de Gualaquiza y otras muchas ciudades  y pueblos de la amazonia.

El arriero fue el eje central del desarrollo de estos pueblos por muchísimas décadas.

Y para cerrar este relato con una pincelada literaria, para aquellos que quieran saber más sobre el tema que nos ocupa, citaremos un libro de José María Pereda titulado “ Para ser buen arriero”. Y no menos significativa lo es la canción de Atahualpa Yupanqui “El arriero va”.



En las arenas bailan los remolinos
el sol juega en el brillo del pedregal
y prendido a la magia de los caminos
el arriero va... el arriero va...
Es bandera de niebla su poncho al viento
lo saludan las flautas del pajonal
y guapeando en la senda, por esos cerros,
el arriero va... el arriero va...
Las penas y las vaquitas,
se van por la misma senda;
las penas son de nosotros,..
las vaquitas son ajenas...
el arriero va... el arriero va...
Como sombra en la sombra por esos cerros,
el arriero va... el arriero va...
Las penas y las vaquitas,
se van por la misma senda;
las penas son de nosotros...
las vaquitas son ajenas...
Y prendido a la magia de los caminos;
el arriero va... el arriero va...
Un degüello de soles muestra la tarde
se han dormido las luces del pedregal,
y animando la tropa, dale que dale,
el arriero va... el arriero va...
Amalhaya la noche traiga recuerdos
que hagan menos pesada la soledad...

¡Vaya por todos ellos!...

Por todos los que fueron , son y serán arrieros del destino y del progreso de Gualaquiza.

FDA