sábado, 17 de diciembre de 2011

Un autentico guerrero shuar.



El guerrero shuar vestía así de simple, altivo y orgulloso de su nación.

SHUAR MAL DISFRASADO.


Es una pena ver hoy a los jovenes shuar, disfrasarce de shuar, esto es remedar mal a la vestimenta que tuvieron sus ancestros.

En la gráfica vemos a un nativo vestido con una piel de leopardo. Jamás sus ancestros habian vestido  pieles mucho menos de jaguar.

La corona de plumas la usaba el jefe de la tribu o familia en muy especiales ocasiones.

Falta mucho la investigación propia de los nativos para descubrir la sencillez y  belleza de los atuendos o vestidos shuar, ya en la época  colono misionera. Epoca en que empieza desafortunadamente el cambio de sus costumbres especialmente en el vestir tanto del hombre como de la mujer shuar.

Hoy se ha folklorisado las costumbres shuar, púes solo tratan de engañar al ingenuo y de parecer  muy vistosos a los ojos de quien desconoce su ancestral  vestiduras y adornos. (Incluyese las nuevas generaciones shuar).

Puede verse bonito pero es una mentira folklorica.

EL VERDADERO SHUAR DE ANTAÑO






Cabe  una visión del jíbaro que se publica y  en el año 1942. Que dice:

            “El jíbaro tiene en su organización distintiva, algo de completo.

            Dotado de ingenio sutil y astuto, de una fuerza muscular verdaderamente prodigiosa, se cree superior a nosotros. El hombre es un cazador verdaderamente perfecto, un pescador experto en las purísimas aguas de los ríos orientales.

                        La parte de los mejores animales silvestres, es para él: saínos, armadillos, conejos, pájaros sabrosísimos, están a su disposición en la inmensidad de los bosques.

            Frutas delicadas que les prodiga la floresta, les regala en todo momento para satisfacer su goloso apetito.

            Nunca en sus huertas falta yuca, banana, camote, algodón y piña.

Las mujeres son cocineras excelentes, más sobre todo hábiles fabricadoras de una bebida original: la chicha mascada, que si en realidad es nauseabunda por su manera de fabricación, es empero muy nutritiva y sobre todo muy gustosa para los jíbaros.

            Los hombres saben también hilar  y tejer para sí y para las mujeres.

            Los pueblos de la sierra y los mineros les proporcionan muy fácilmente escopetas, aguja, hilos, fósforos y otras cositas interesantes.

            Cuando está enfermo, tiene sus portentos hierbas medicinales y cuando está  sano  posee también un sistema de vida muy higiénico y muy apropiado para robustecer el cuerpo. En el Ecuador nunca se trato bárbaramente a los salvajes, como lo hicieron los criminales mercaderes que pagaban a peso de oro la cabeza de un indio de la Patagonia, favoreciendo cacerías  como si se tratase de animales selváticos; o como unos hacendados del Brasil, que organizaban matanzas de tribus enteras; o todavía peor, como lo practicaban la inicua Peruvian Co. De los Hnos. Arana, que merecieron la abominación de todo el mundo con sus inauditas crueldades… Así es que no una civilización cualquiera podrá conquistarlos, sino una civilización seria, formidable y científica”.
La voz de la Verdad  (Guayaquil) ,11 / IX/ 1924.


                        “Los shuar, lo hemos visto, fueron los últimos en abandonar su rebeldía (Juan Bottasso); obstinadamente rechazaron toda intromisión y se resistieron a las agresiones de todo tipo, desde las militares a las culturales: fue solo con el presente siglo (20) que en el frente de la resistencia comenzaron a abrirse brechas irreparables; al resquebrajarse la solidez de su cosmovisión, ellos perdieron confianza en su fuerza y superioridad, y comenzaron a capitular frente a ciertos argumentos económicos cada día más irresistibles.
            De otra parte en ningún momento se había abandonado la idea de integrarlos a la “civilización” y a la nacionalidad; cambiaban solo los instrumentos. El último en proponer una solución armada para doblegarlos fue García Moreno, pero desistió de su proyecto”.

            Al contrario cuando la nación jíbara estuvo a punto de desaparecer por la invasión de exterminio de los patacunas, tribu enemiga a muerte de los shuar, y provenientes del sur oriente; el Dr. Gabriel García Moreno dispuso la partida de un  batallón de soldados en su ayuda, salvándolos así de su total exterminio.

Los misioneros  volvieron a invocar la presencia de los soldados para facilitar la colonización. Esto de acuerdo con las ideas del momento, se esperaba lograr con este apoyo y por otros caminos: el del adoctrinamiento directo y metódico, y el de la aculturación indirecta, a través de una presencia cercana y masiva de blancos.
            “Los dos sistemas no se excluyen, antes bien, muchas veces conviven y se complementan, recibiendo el uno o el otro mayor énfasis, de acuerdo a las coyunturas, el ambiente o las personas.
Los salesianos promovieron ambos, por lo menos hasta que permaneció intacto el plan de civilizar”. ( Los Salesianos y la amazonia.- Juan Bottasso ,Pág. 93.- tomo III ).

Para ese entonces, finales del siglo 19 y comienzo del 20, civilizar y culturizar, significaba simplemente actuar, pensar y hacer las cosas a la europea; púes de Europa venía todo, se suponía que Europa era el centro del pensamiento universal, de la moda, de las costumbres.

            De Europa vino la religión, con ella la fuerza de pensar religiosamente de una manera determinada en Europa, a la fuerza si era necesario con la inquisición.

            Al indio había que vestirle a la europea, tapar al jíbaro su desnudes como manda la moda europea y la decencia europea, arrebatar las costumbres no europeas.

            Quien no pensaba o actuaba a la europea  era considerado incivilizado o salvaje.
            Con esta corriente de pensamiento europeo traído naturalmente por misioneros europeos, se “civilizó” al nativo, desculturizando su propio modo de vida y obligándolo a pensar y actuar a la europea. 
            El shuar como pocos pueblos ancestrales tenía una civilización y cultura perfectamente bien establecida, tenía normas de conducta consuetudinarias, sabía distinguir de acuerdo a estas normas, el bien y el mal. Su cultura doméstica fue envidiable comparada con la cultura doméstica contemporánea  de pueblos indígenas de la sierra, y no pocas  de gente mestiza.

            Hubo, y es insoslayable decirlo; intereses creados de grupos para desprestigiar al shuar (jíbaro) y de esta manera obtener réditos económicos  con el pueril argumento de “civilizarlos”; estos fueron usados y tal vez siguen siendo utilizados como propaganda para estos fines.