jueves, 15 de diciembre de 2011

MAS SOBRE EL COLONO GUALAQUISENCE




Largos caminos  tuvieron que recorrer desde aquella mañana  triste y fría  en la que el sol ya no asomó para abrigar la serranía; tortuosas sendas desafiaron aquellos anónimos que cargados de sueños desde el momento en que debieron arrancarse de su natal tierra en procura de un pan; casi invencibles obstáculos asomaron en el trayecto desde el instante en que las flores escondieron su rojo color y su hermosura, los manzanos nostálgicos ya no exhalaron aromas, y el río del pueblo sepulto en su regazo la fresca brisa.

            Solos, unos, con mujer y guaguas, otros con lágrimas resbalando un contrito rostro,   dueño de una mirada perdida en el horizonte que no conoce, escupiendo nostálgicos suspiros mientras el frío golpea presuroso las viejas paredes de un hogar que se niega a sucumbir, abrazando a su querida que ve alejarse el calor del lecho y el cariño que le acompañaba , bendiciendo a sus hijos que aún no entienden un porqué y un cómo :así, en mitad de la amargura, silbando luctuosas notas robadas al viento, fingiendo a lo lejos una sonrisa que más parece una inconsciente mueca, tomando un “draque” con el amigo que se queda; así, un día, para no olvidar, se armaron de coraje e iniciaron su hazaña. 

            Riscos desafiantes, gélidos vientos neblina inconmensurable, hondas penas: obstáculos que poco a poco fueron superados por el viajero que no conocía de fatigas en su alma a pesar de la dureza del trajín y de los recuerdos  que frecuentes acudían a su confundida mente, la lluvia era constante y cambiante la vegetación; llegó la selva desconocida que ponía en juego la capacidad de supervivencia.

            Al fin encontraron un lugar en donde construir un mundo en el que, pese a las adversidades, se puede pasear la esperanza, realizar los sueños, construir bienestar. Asomó un remedo de pueblo en medio del lodo y la espesura de la montaña, vino el salesiano a poner luz en el pecho, el shuar se confundió con todos en un receloso afán de unidad, el soldado apareció para brindar seguridad, el maestro asomó para regala sabiduría: todos desde su trinchera y a su modo aportaron para, con espíritu bizarro, corazón firme, músculo que no tiembla, mirada desafiante, ir edificando la aldea que, poco a poco se convirtió en la ciudad que hoy, con limitaciones y todo nos brinda paz y oportunidades, nos regala esperanzas y nos seduce con sus encantos.

            En estas páginas se pretende irradiar pedazos de la historia de nuestra tierra que pretenden ser un homenaje a quienes, por cualquier razón, tuvieron el coraje de abrirnos el camino que hoy, con alegría, todos transitamos en la búsqueda de un futuro que, de quererlo, siempre será mejor”. 
                                                                             LAURO SAMNIEGO AVILA.