viernes, 16 de diciembre de 2011

LOS SHUAR .- II-




El 2 de octubre de 1.816, arriba a la tribu de los Gualaquiza, (lo que es hoy la ciudad y sus alrededores) la primera expedición de gente blanca y mestiza.

            Fray Antonio José  Prieto  cura predicador  franciscano, convenció a gente de Cuenca para esta cabalgada que tuvo dos objetivos: Buscar las ruinas de la perdida ciudad de Logroño de los Caballeros fundada en 1.574; y volver a explotar sus lavaderos de oro que tanto dieron a la Real Audiencia de Quito en los pocos años de su establecimiento; y, como segundo objetivo  “cristianizar” a los nativos.

            Estos primeros exploradores de inicios del siglo 19 fueron recibido con mucha atención y cortesía por los nativos de Gualaquiza; el misionero solicitó al jefe de la tribu le facilitase un espacio para establecer una capilla y una casa para el misionero, (un espacio capaz de formar pueblo, decía el misionero al Virrey) no solo se les prestó y  señaló un sitio, sino que los mismos nativos ayudaron a desbrozar el monte y construir la rudimentaria choza de capilla y vivienda para el misionero.

            Las relaciones de amistad no duraron mucho tiempo, los colonos que acompañaron a esta expedición pronto se desmandaron con los nativos, lo que produjo de inmediato la natural reacción de estos, hasta el punto de que los primeros colonizadores se vieron en la urgencia de salir precipitadamente a Cuenca.

            De esta manera termino la última cabalgada española hecha en suelo sur oriental, púes las guerras de la independencia  impidió nuevos intentos españoles de penetrar a la región o provincia de Logroño como la denominaban.

            Ya en la época republicana, después de más de treinta años, allá por el año 1.852, otro franciscano Fray Manuel Plaza, Obispo de Cuenca, hace una entrada a la llamada ya Gualaquiza, su muerte en 1.853 puso fin a sus intentos evangelizadores de estas tribus.
 En 1.870 hacen su ingreso a Gualaquiza los padres jesuitas, traen consigo a Mercedes Molina, y desafortunadamente al parecer traen la temible  viruela, enfermedad desconocida por los nativos, no inmunes a ella, caen con facilidad presa de esta epidemia que diezmó su población, esto obligó a que repelasen a los misioneros echándolos fuera de su territorio.


            En el ínterin de estas penetraciones colonizadoras, ya hacen su ingreso uno que otro colono que congraciándose con los nativos fueron permitidos que usasen la tierra y se aprovechasen de lo que ella producía; como también los nativos se interesaron en el intercambio de ciertos productos como fueron, armas, pólvora, hachas, machetes, perros etc.

Cuando los salesianos ingresan por primera vez en 1.893, (14 de octubre) encuentran contadas familias colonas viviendo en rudimentarias chozas establecidas en el valle del río Gualaquiza y del Cuchipamba, estas familias de mestizos e indios trabajaban lo más de ellas, los llamados entables de ciudadanos ricos de Cuenca  que con su cultura, tino y respeto supieron ganarse el aprecio del nativo.

            Recordemos que los jesuitas y salesianos tuvieron el apoyo incondicional e inapreciable de los Vega Muñoz, los Quintanilla, los Niemes, los Cárdenas, los Cordero, ciudadanos de dinero y mucha cultura  que no ha mucho tiempo atrás  habían establecido entables y cultivos  de paja toquilla, caña y tabaco en los indicados valles, especialmente en  el valle del río Gualaquiza.

            Con el establecimiento salesiano en la región comienza una afluencia masiva de colonos mestizos especialmente del Azuay y el consecuente problema con los despectivamente llamados jíbaros.

            Cabe hacer constar un  reportaje  que nos dan la idea precisa de lo que fueron los nativos y la región al ingreso de los primeros colonos, reportaje escrito por testigos presénciales aunque escrito por un misionero.

 “la población mestiza, raza formada por el cruce de los blancos con los indios quichuas de la sierra; los mestizos o cholos hablan  el castellano, entienden algo del idioma quechua y poseen pequeños lotes de terreno, que cultivan personalmente, con sistemas primitivos”. 
            Al referirse a la raza shuar manifiesta:… es totalmente distinta de la mestiza; y, que vive libre, seminómada, pero ocupando siempre las regiones inferiores del valle.
            De los mestizos el citado P. Allioni dice: … “los cholos, que viven una vida propia, las casas o mejor dicho las chozas, son construidas con techo de paja armad sobre cuatro palos de madera.

             Gran número de ellas no tienen paredes, o son cerradas con madera con un poco de  barro, sin piso.

             Para dormir usan un entarimado con tablas, sostenido con guaduas; la cocina consiste en tres piedras”… “no optan ninguna norma de higiene, tan esencial en estos climas cálidos y húmedos y se puede aseverar que la causa principal de su infeliz estado de salud es al ningún cuidado del cuerpo, la suciedad, la holgazanería y la embriaguez.

            Muy a menudo los misioneros oyen a los shuar frases como ésta: ¿Cómo quieres que nosotros vivamos como estos cristianos, que tiene chozas tan feas, que son tan sucios, que no trabajan casi nada, se embriagan tan a menudo y terminan en riñas? .
            Si a todo esto se añade que hay numerosos individuos permisivos que vinieron al oriente para vivir únicamente según sus caprichos, gente sin patria, sin oficio, sin moral; si se toma en cuenta, además que no existe autoridad alguna, que no existen leyes, ni tribunales ni policía, se comprenderá que clase de vida llevan estos pobrecitos…”.  –Sin comentarios.-