viernes, 17 de febrero de 2012


PALPANDO HEROISMOS



"Como para Mons. Costamagna en 1902 y en 1903, así ahora para el P. Comín y la Madre Décima Rocca, la Misión de Gualaquiza presentaba un espectáculo hecho de fuertes contrastes.

Por un lado, los sacrificios sin cuento de los misioneros para sostener el internado para aprendices de la sierra y algunos jibaritos, ya por atender a los colonos y por civilizar a los numerosos salvajes; por abrir caminos en el laberinto de la manigua y por asentar bases de progreso;por otro, las fatales consecuencias  del destierro de los salesianos en 1896 y el persistente veto de entrada de nuevos refuerzos y del mismo Vicario Apostólico, el continuo hostigar del gobierno y la supresión de todo apoyo oficial, un estado de continua zozobra y la salud malograda de los misioneros tenían anquilosada la obra. A más de todo esto, se repetían las peligrosas acometidas de los salvajes especialmente contra las religiosas, vinieron a menos los medios más necesarios de subsistencia, llegando a comer carne de oso.

Hasta la naturaleza azotaba con plagas los cultivos y con fenómenos telúricos espantosos.

Con el corazón lacerado por la pena, los dos Superiores animaban a sus hijos, estudiaban tan alarmante situación, buscaban soluciones, pero la cosa era demasiado grave; además resultaba muy difícil por la misma distancia y falta de caminos adecuados para los más urgentes abastecimiento de víveres.

A no dudarlo, la solución que quedaba, aunque muy dolorosa, era ésta: CERRAR LA MISIÓN, en espera de tiempos mejores.

Y a esto precisamente tuvieron que llegar el 30 de agosto de 1911 para las Hijas de María Auxiliadora y, a mediados de abril del año siguiente, para los misioneros.

Todo quedó paralizado; uno de los colonos, el teniente Político Juan Coronel, se hizo cargo de cuidar los edificios y los pocos enseres, de reunir los días domingos a los fieles para el rezo del Rosario y algún pequeño acto de culto.

A pesar de todo , el retiro de los salesianos de Gualaquiza, aunque durará tan solo seis meses, hasta el 18 de septiembre, fue providencial; reforzaron la agotada salud y buscaron auxilios.
Por su parte Mons. Costamagna, desde México envío en seguida un notable apoyo para rehacer las habitaciones y capilla y para satisfacer las necesidades más apremiantes de los misioneros y su apostolado....

Además el 11 de junio de 1914, Mons. Costamagna consiguió finalmente, del Gobierno el permiso de entrar libremente a su Vicariato.
El 15 del mismo mes consagró solemnemente el Vicariato al Sagrado Corazón de Jesús y al Corazón Inmaculado de María".- P. Antonio Guerriero SDB.