martes, 22 de noviembre de 2011

PREAMBULO DE GLORIA.


Gualaquiza y su región, posee una muy antigua y rica historia, la que llamamos su historia solariega, historia llena de aventura y de misterio, historia real donde sus protagonistas heroicamente a costa de “lágrimas, sudor y sangre” forjaron un Pueblo en uno de los rincones más bellos, paradisíacos y agrestes de la patria, cuyo embrujo como imán subyugo a sus pioneros a permanecer y luchar para hacerlo habitable y próspero.

Gualaquiza y su región como casi todas las ciudades de la amazonia  pasó por tres etapas claramente definidas:


1.- Expediciones de descubrimiento y exploración  española.

2.- Ocupación parcial y colonización; y,

3.- Evangelización, y desarrollo.    

La primera etapa de exploración y descubrimiento de la región sur oriental amazónica, se inician con las expediciones de varios capitanes españoles entre los que podemos mencionar a  Pedro Vergara, Juan de Salinas, Hernando de Benavente, Hernando de Barahona, Bernardo de Loyola  los Vaca de la Vega, Villanueva Maldonado y otros.
        
La noticia de la existencia de un “Dorado” y el país de la canela, fue el atractivo de exploración, colonización y sobre todo de evangelización.

 La incansable búsqueda de oro y otras especies  como una salida directa al Atlántico más corta y fácil que la ruta de Panamá y  sobre todo la entrada a regiones que podían resultar más ricas y extensas que las descubiertas en la costa oeste de América del Sur, empujo a estos capitanes de conquistas a aventurarse por inhóspitos parajes llenos de peligros naturales y sobre todo la reacia  oposición de los naturales a someterse  como súbditos  de un lejano y desconocido rey.

La segunda etapa de este empuje conquistador  se orienta a la  fundación de ciudades en la hoya  amazónica, la mayor parte cercana a los declives de la Cordillera.

Así  surgió la floreciente y rica ciudad de Santa Ana de Logroño de los Caballeros a pocos kilómetros de nuestra actual ciudad de Gualaquiza, se fundaron no muy lejos las ciudades de Zamora de los Alcaldes, Valladolid, Loyola, Bilbao, Sevilla de Oro, Nuestra Señora del Rosario, y otras más cerca del Marañón como  Santiago de las Montañas, Borja, Nieva, Ávila, y Archidona.

“Esta etapa de fundaciones constituye una ocupación más permanente, lastimosamente inficionada por la mentalidad esclavizante de los conquistadores y encomenderos que terminó más trágicamente que las primeras expediciones, por la reacción de las tribus orientales que no aceptaron el sistema de explotación de los españoles.

         Las poblaciones de Ávila y Archidona que se dedicaban a la explotación de algodón, oro y canela, fueron liquidadas por la rebelión de los  pendes (brujos)  en 1579, Logroño de los Caballeros  igualmente desaparece en 1579 por la reacción de los jíbaros (Shuar).

         El trauma de la peligrosidad de las tribus orientales perduró en la colonia y aún ahora, buena parte del país  parece conservarlo.

El oriente quedo envuelto en una sombra de tenebroso peligro.

         La tercera etapa comenzó simultáneamente con la expansión de las ciudades, pero fue esencialmente  misionera. Cuatro Órdenes religiosas compitieron por avanzar más profundamente en las selvas amazónicas: Los Dominicos los Franciscanos, los Jesuitas y los Mercedarios.

Por la región objeto de esta relación los Dominicos tuvieron su gran representante en Fray Gaspar de Carvajal, compañero de Francisco Pizarro en el viaje de descubrimiento del Río Amazonas y cronista  de tan memorable hecho; más tarde se establecieron en Baeza, Macas y Canelos.

Indudablemente las misiones Jesuitas de Maynas  fueron  la obra más notable de la Audiencia de Quito en los siglos XVII - y - XVIII, por su organización, extensión y fama. Fue muy conocida en América y Europa y desde esta llegaron muchos voluntarios del más diverso origen.

Los informes y cartas  de los misioneros jesuitas estudian muchos aspectos de la realidad humana y cultural de las poblaciones de esta región, sus costumbres y probable distribución. Lastimosamente no hay todavía un estudio completo que permita evaluar la obra de casi dos siglos.

La expulsión de los jesuitas de los dominios de España por Carlos III en 1767 fue un golpe mortal a la obra de Quito en el Amazonas y significo al mismo tiempo el final del espíritu emprendedor de la Audiencia de Quito.

Las misiones  fueron atendidas primeramente por el clero secular de la audiencia y luego por los Franciscanos, pero la decadencia era notable. El traspaso de las misiones al seminario de Ocopa, recomendado por Francisco de Requena no mejoró la situación y la obra misionera de Quito fue desapareciendo paulatinamente.

Quedaron algunas poblaciones fundadas por los misioneros de Quito (Iquitos, Macas, Zamora etc.) como testigos de un pasado glorioso.

Con la República el nuevo foco de desarrollo, interés y poder político se concentra en Quito, Guayaquil y la Costa mientras el Oriente quedaba relegado a un segundo plano en la atención de los ecuatorianos, aunque seguían viviendo en la nostalgia.

Pocos serán los que se aventuren a remontar los Andes para conocer de cerca el mundo misterioso del Amazonas”.     

Ya en la época republicana llevados únicamente por el espíritu  evangelizador hacen presencia a fines del siglo XIX y principios del XX misioneros  jesuitas, franciscanos  y los de la  Pía Sociedad Salesiana  antes de que las huellas de los últimos capitanes de conquista se borraran de los farragosos caminos de penetración oriental, huellas que dejaron tras  la reconquista  de las destruidas ciudades españolas arrasadas por el espíritu de libertad de los nativos que coaligados con los indios y mestizos las borraron del mapa .

Con el advenimiento de los Jesuitas, Salesianos y Franciscanos a fines del siglo XIX se inicia la etapa de desarrollo armónico de nuevos pueblos que han devenido en prósperas y bellas ciudades amazónicas como Macas, Zamora, Yantzaza, Gualaquiza, Pangui, Sucúa,  Méndez y otras.

Venga esta historia solariega antigua y noble de Gualaquiza y su región, contada en forma amena y basada en documentos históricos de la época como en historiadores contemporáneos de renombre nacional.

         Nuestro afán ha sido recopilar y organizar cronológicamente nuestra historia tan rica en aventura y heroísmos, que nos ha conducido de un pasado umbroso  a un resplandeciente progreso en el que convivimos  con los dueños de la floresta  hasta nuestros días.